sábado, 24 de diciembre de 2011

¿QUÉ ES EL LAICISMO?

A continuación copio este artículo de Antonio Aramoya, que me parece excelente.
Fuente: http://laicismovalladolid.blogspot.com/



Algunos afirman que Europa y España tienen raíces cristianas, que su historia solo es comprensible desde la Iglesia o las iglesias cristianas. En parte, tienen razón: desde el emperador Constantino (que oficializó el cristianismo en el Imperio) y el emperador Teodosio (que lo declaró única religión del Imperio), el cristianismo ha tenido patente de corso en Europa y en España, de tal forma que ha creado desde entonces una simbiosis fuertemente arraigada entre el poder civil y el poder eclesiástico. La historia de Europa y de España es la historia del mutuo sostenimiento del poder eclesiástico (el pueblo estaba al margen) y el poder civil (reyes, nobleza y burguesía dominante, también con el pueblo al margen).
Sobre todo desde la Ilustración ha ido creciendo en el mundo un movimiento hacia el laicismo. Cada vez más se ha ido sintiendo la necesidad de la separación real de las instituciones públicas de un Estado respecto de las instituciones privadas, principalmente religiosas o eclesiásticas. Eso no quiere decir que el laicismo niegue o busque la aniquilación de las creencias religiosas.
La religión fundamenta un derecho a la libertad religiosa y a la libertad de creencias y de culto, pero tal derecho está circunscrito al ámbito de lo privado. El derecho a la libertad religiosa conlleva asimismo su posible exteriorización social, pero siempre como fenómeno social privado. El derecho a la libertad religiosa forma parte del conjunto de todos los derechos humanos declarados por la ONU, y de los derechos civiles o cívicos existentes en cada Estado. Sin embargo, ninguna religión tiene bajo ningún concepto derecho a imponer sus creencias y sus normas de conducta en una determinada sociedad o Estado.
El laicismo, a su vez, es un principio indisociable de la democracia, que incluso garantiza el respeto a todas las creencias de la ciudadanía, con tal de que no entren en contradicción con las leyes fundamentales de un país. Las creencias son derechos de carácter privado, y nunca deben convertirse en principios obligatorios colectivos de un país.
Un Estado laico es aconfesional, no tiene ninguna confesión como tal (como la partícula privativa o afijo “a” del término “aconfesional” indica, es un Estado que reconoce el derecho de todas las confesiones, pero no se adscribe como tal a ninguna de ellas). En un Estado laico todos son iguales ante la Constitución (única y suprema ley de todos los ciudadanos) y las leyes que democráticamente surgen y se instituyen en los órganos representativos de un país. Ninguna ley o norma privada, por muy importante que algunos la supongan, puede o debe aspirar a regir la vida de los ciudadanos.
Debido a todo ello, ha surgido como Asociación oficialmente registrada
MHUEL (Movimiento Hacia Un Estado Laico)
Está formado por un grupo de ciudadan@s zaragozan@s, que no estamos de acuerdo con el papel que el catolicismo español, y especialmente su jerarquía, ha estado teniendo y sigue teniendo en el ámbito educativo, político, social, económico, moral y costumbres, castrense. etc.
Por ello mismo, much@s queremos también la anulación plena e inmediata del Concordato y los Acuerdo vigentes con el Estado del Vaticano.
Respetamos el derecho que tiene tod@ ciudadan@ a sus creencias, costumbres y tradiciones (también las religiosas), con tal de que sean acordes con la Constitución, pero también queremos vivir y convivir en un país donde sea real una auténtica aconfesionalidad del Estado español.
En resumidas cuentas, queremos avanzar y llegar también a una España laica.
Por todo ello, concretamente nos proponemos trabajar, entre otros objetivos, por:
· Un Estado real y verdaderamente laico
· Una sociedad organizada y estructurada según principios laicos
· facilitar la apostasía de cuantos no quieren seguir adscritos a ninguna lista de la Iglesia Católica y hacer efectiva colectiva y públicamente tal apostasía
· una escuela pública y laica, donde no tengan cabida en horario escolar las clases de Religión (ni sus Alternativas).
· la revisión y ampliación de la actual ley del aborto
· una ley de la eutanasia, que posibilite una muerte digna y lúcida a cuantos opten libremente por ella.
· la no presencia de ninguna autoridad civil, representativa de todos, en actos religiosos.
· la devolución al pueblo del patrimonio artístico y cultural hasta ahora en manos de la Iglesia, así como no hacer pago alguno por el acceso y el disfrute de dicho patrimonio
Estamos abiertos a recibir y a colaborar con cuant@s tengan las mismas inquietudes y los mismos objetivos. No tenéis más que mandar un correo a
mhuelaico@gmail.com.
y seréis bienvenidos.
Puedes encontrar más información sobre MHUEL en
http://www.mhuel.org/
Igualmente, encontrarás más información sobre laicismo, apostasía, otras Organizaciones y Asociaciones nacionales e internacionales sobre Laicismo e incluso unas ráfagas de humor laico.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Espectáculo de Luz y Sonido en el Ayuntamiento de Sevilla

Tiene razón el refrán: "De tal palo tal astilla". Lo digo con motivo de haber contemplado el espectáculo de Luz y Sonido láser que se proyecta estas navidades en la contraportada del Ayuntamiento de Sevilla, en la plaza de S.Francisco y que los medios han anunciado a "bombo y platillo". Zoido se declara católico y así lo habíamos visto, muy digno y de chaqué, en las procesiones del Corpus y Virgen de los Reyes, en el pasado viaje del Papa a Madrid. Y es lógico que muchas de sus iniciativas llevan ese tufillo de católico "a machamartillo", que decía nuestro insigne Menéndez Pelayo y como es el caso de este espectáculo navideño. Esa fue la segunda impresión que me dió la contemplación de la proyección láser en la fachada del Ayuntamiento. Digo segunda por que, para juzgarla enteramente, hay que ir por partes.

Lo primero que impresiona es su buena técnica, todo hay que reconocerlo. El colorido de las imágenes, su ritmo, la música y el sonido y, sobre todo, los efectos especiales de caída y derrumbre de las imágenes. Un espectáculo sorprendente y grato a la vista, sin lugar a dudas. Pero el contenido es otra cosa. Otra cosa totalmente distinta, porque falsea absolutamente la historia de Sevilla. Esta fue la primera impresión que recibí. Para empezar, es un tópico que a Sevilla "Hercules la fundó", para más proximidad se podría haberse aludido a Argantonio, el rey mítico de Tartesos, pero vaya, todas las ciudades arguyen sus inicios mitológicos. Sin embargo, el mayor error de la proyección es saltar desde César a Fernando III, "que la conquistó". ¿A quién y cuándo?

Cualquira lo sabe y lo puede contemplar en el Postigo del Aceite: Axataf entrega las llaves de la Isbiliya islámica al rey castellano-leonés Fernando III en 1248. Pero esa Isbiliya islámica está totalmente ausente, desconocida, olvidada, marginada en la mente de los programadores del espectáculo y, por tanto, del católico alcalde Zoido. Para él no existe el rey poeta Al-Mu'tamid, quien recibió al Cid (al Siddi), ni los almorávides, ni la Giralda de Yusuf, ni los restos de murallas almohades de la Macarena. Nada de los 536 años de existencia de la Sevilla islámica, desde el 712 hata ese 1248, según el historiador Jacinto Bosch.

Y otro lapsus histórico es la unión de Fernando III con el NO&DO. Asombrosa ingnorancia. Todo el mundo sabe que el NO madeja DO es el cartel, el logotipo que Alfonso X el Sabio, sevillano podríamos añadir, dió a Sevilla para incorporarlo a su escudo, cuando su hijo Sancho se rebela contra él, su padre y nadie le ayuda en esta rebelión, sino solo Sevilla, que no le abandonó (junto a los benimerines). El espectáculo desconoce que a Sevilla la formó y la dignificó el Rey Sabio, tras la conquista hecha por su padre. Alfonso hizo el repartimiento de sus tierras, la pobló de castellanos, la hizo sede intelectual, trayendo a Sevilla la Escuela de Traductores de Toledo, dándole también su Fuero, en ella escribió el Rey sabio multitud de sus obras y estableció en la actual calle Feria, una importante Feria de comercio. Si la importancia atribuída al padre y al hijo la juzgamos por la calles que se le han dedicado en la ciudad, claramente Sevilla se inclina por el rey conquistador y menosprecia al gobernante, al poblador, al sabio rey Alfonso. ¿Será este un signo atávico de nuestro carácter?

Pero el "catolicismo" del alcalde Zoido aparece, sobre todo, en las imágenes de vírgenes de los portales navideños que recoge el espectáculo de nuestros pintores del Siglo de Oro español y sevillano. Todas belllas, pero hay una que delata totalmente su "devoción mariana". En una de esas postales aparece María "coronada", con una corona grande, semejante a la de la Macarena o la Esperanza de Triana. Esto ya es el colmo. El matrimonio de Maria y José de Nazaret, forasteros e inmigrantes en Belen, a donde vienen para empadronarse y que no habiendo encontrado posada se refugian en un establo, que aparezca "coronada" como una reina, es el colmo de los disparates, el colmo de su castizismo católico, vamos, un poco rancio y tipical.

Por todo esto, mi cultura sevillana (escasa, cierto) descalifica totalmente este espectáculo, no por su técnica, sino por su contenido.

Sobre estatuas en Sevilla.- Manolo Bordallo

Ya hace un tiempo que a las damas y a los varones más conspicuos e influyentes de esta poliédrica Sevilla se les ocurrió levantar una estatua al Papa Wojtyla en plena avenida de la Constitución, en el centro del poder (Bancos, Ayuntamiento, carrera oficial de la Semana Santa...) de la ciudad, aprovechando que en el poder municipal está ahora el Partido Popular.

En la Sevilla oficial ha tenido siempre mucho arraigo la tradición que desde la Contrarreforma llega al nacional-catolicismo pasando por el agobiante y pesimista Barroco; pero no es suficiente para este influyente sector de la ciudad con el culto en la Catedral, las iglesias mayores y menores, las parroquias, las capillas, el recuerdo de los santos en los nombres de calles, panaderías o agencias de viajes, y hasta cuando se estornuda…

Necesitan más presencia de personas, aunque sea en estatua, que representan los valores llamados católicos. La fe es débil, como la carne, y hay que valerse continuamente de muletas. A todas las personas nos cuesta ser consecuentes con nuestras diferentes fidelidades, sea en los valores que sean, pero no a cualquiera este motivo le lleva a metérselo a las trágalas al resto de la ciudadanía.

Los grandes líderes espirituales aúnan la fe propia con el respeto a lo ajeno, el amor a lo sagrado se demuestra en el amor al género humano; pero cuando los intereses materiales y los de las castas que detentan el poder espiritual rompen el equilibrio entre estos dos polos, se convierten en fanatismos y se causan destrozos en nombre de uno u otro.

La utopía israelita de la “Tierra prometida”, necesaria para mantener a un pueblo que estuvo vagando por desiertos durante 40 años, se fue reciclando teóricamente hasta que se plasmó en “La ciudad de Dios”, de Agustín de Hipona en el siglo V; y que fueron practicando históricamente durante toda la Edad Media europea. Se trataba de organizar el mundo y la historia según los “mandatos de Dios”, que no era ni más ni menos que lo que fueron imaginando, reflexionando, teorizando y escribiendo en la Biblia, a la que le dieron valor de fundamento absoluto. Y el Estado, un instrumento para que las castas más letradas, los servidores de la religión, pongan esas ideas en práctica. Lo que siguen haciendo hoy los estados Israelita y Vaticano, caiga quien caiga.

Hemos tardado otros varios siglos para contrapesar toda esa teoría y práctica con renacimientos y revoluciones científicas, artísticas, sociales y políticas, declaraciones de derechos humanos y concienciación de la ciudadanía en este nuestro viejo continente -amén de no pocos excesos-.

Hoy no hay empacho en reconocer las deudas que Europa tiene con todo lo aportado, no sólo por las diferentes ramas de los seguidores de Jesús de Nazaret, sino también por las contribuciones de fieles del Islam, de los judíos, y, cómo no, de los ateos, los agnósticos o los indiferentes a los sentimientos religiosos.

Ya en el siglo XXI está claro que la búsqueda del bien común es la razón de ser del Estado, y que éste no debe estar a disposición y merced de unos u otros sentimientos y creencias religiosas.

Después de tantos siglos de luchas -justificadas no pocas veces por las cúpulas eclesiales-, ¿no sería ya hora de invertir en tolerancia más que en autoafirmaciones? Y tampoco es que se quiera sustituir la intolerancia religiosa por la “intolerancia laicista”: quienes defienden el Estado Laico lo que quieren es libertad de conciencia, que nadie se erija en árbitro de la ética y la moral en nombre de eternos y absolutos fundamentos.

No parece oportuno que se le dedique una estatua pública a quien no fue precisamente un ejemplo de tolerancia, no sólo en su Polonia natal, sino después durante su pontificado, interviniendo en las políticas de medio mundo, sobre todo en América Latina, a favor de las clases dirigentes y siempre en contra de los movimientos populares de liberación, no sólo dentro de la Iglesia, sino también con su “diplomacia de florín” en las cancillerías y en las sacristías.

También lideró un movimiento involucionista con respecto a la herencia recibida del concilio Vaticano II, que tantas expectativas llegó a generar en su día para movimientos de base cristianos, marxistas e incluso laicistas, -que veían se podría acabar la época del Concilio de Trento-, y que el pontificado de Juan Pablo II se encargó de que fueran naufragando sucesiva e implacablemente.

Manolo Bordallo

Sevilla, Nov. 2011