viernes, 23 de diciembre de 2011

Espectáculo de Luz y Sonido en el Ayuntamiento de Sevilla

Tiene razón el refrán: "De tal palo tal astilla". Lo digo con motivo de haber contemplado el espectáculo de Luz y Sonido láser que se proyecta estas navidades en la contraportada del Ayuntamiento de Sevilla, en la plaza de S.Francisco y que los medios han anunciado a "bombo y platillo". Zoido se declara católico y así lo habíamos visto, muy digno y de chaqué, en las procesiones del Corpus y Virgen de los Reyes, en el pasado viaje del Papa a Madrid. Y es lógico que muchas de sus iniciativas llevan ese tufillo de católico "a machamartillo", que decía nuestro insigne Menéndez Pelayo y como es el caso de este espectáculo navideño. Esa fue la segunda impresión que me dió la contemplación de la proyección láser en la fachada del Ayuntamiento. Digo segunda por que, para juzgarla enteramente, hay que ir por partes.

Lo primero que impresiona es su buena técnica, todo hay que reconocerlo. El colorido de las imágenes, su ritmo, la música y el sonido y, sobre todo, los efectos especiales de caída y derrumbre de las imágenes. Un espectáculo sorprendente y grato a la vista, sin lugar a dudas. Pero el contenido es otra cosa. Otra cosa totalmente distinta, porque falsea absolutamente la historia de Sevilla. Esta fue la primera impresión que recibí. Para empezar, es un tópico que a Sevilla "Hercules la fundó", para más proximidad se podría haberse aludido a Argantonio, el rey mítico de Tartesos, pero vaya, todas las ciudades arguyen sus inicios mitológicos. Sin embargo, el mayor error de la proyección es saltar desde César a Fernando III, "que la conquistó". ¿A quién y cuándo?

Cualquira lo sabe y lo puede contemplar en el Postigo del Aceite: Axataf entrega las llaves de la Isbiliya islámica al rey castellano-leonés Fernando III en 1248. Pero esa Isbiliya islámica está totalmente ausente, desconocida, olvidada, marginada en la mente de los programadores del espectáculo y, por tanto, del católico alcalde Zoido. Para él no existe el rey poeta Al-Mu'tamid, quien recibió al Cid (al Siddi), ni los almorávides, ni la Giralda de Yusuf, ni los restos de murallas almohades de la Macarena. Nada de los 536 años de existencia de la Sevilla islámica, desde el 712 hata ese 1248, según el historiador Jacinto Bosch.

Y otro lapsus histórico es la unión de Fernando III con el NO&DO. Asombrosa ingnorancia. Todo el mundo sabe que el NO madeja DO es el cartel, el logotipo que Alfonso X el Sabio, sevillano podríamos añadir, dió a Sevilla para incorporarlo a su escudo, cuando su hijo Sancho se rebela contra él, su padre y nadie le ayuda en esta rebelión, sino solo Sevilla, que no le abandonó (junto a los benimerines). El espectáculo desconoce que a Sevilla la formó y la dignificó el Rey Sabio, tras la conquista hecha por su padre. Alfonso hizo el repartimiento de sus tierras, la pobló de castellanos, la hizo sede intelectual, trayendo a Sevilla la Escuela de Traductores de Toledo, dándole también su Fuero, en ella escribió el Rey sabio multitud de sus obras y estableció en la actual calle Feria, una importante Feria de comercio. Si la importancia atribuída al padre y al hijo la juzgamos por la calles que se le han dedicado en la ciudad, claramente Sevilla se inclina por el rey conquistador y menosprecia al gobernante, al poblador, al sabio rey Alfonso. ¿Será este un signo atávico de nuestro carácter?

Pero el "catolicismo" del alcalde Zoido aparece, sobre todo, en las imágenes de vírgenes de los portales navideños que recoge el espectáculo de nuestros pintores del Siglo de Oro español y sevillano. Todas belllas, pero hay una que delata totalmente su "devoción mariana". En una de esas postales aparece María "coronada", con una corona grande, semejante a la de la Macarena o la Esperanza de Triana. Esto ya es el colmo. El matrimonio de Maria y José de Nazaret, forasteros e inmigrantes en Belen, a donde vienen para empadronarse y que no habiendo encontrado posada se refugian en un establo, que aparezca "coronada" como una reina, es el colmo de los disparates, el colmo de su castizismo católico, vamos, un poco rancio y tipical.

Por todo esto, mi cultura sevillana (escasa, cierto) descalifica totalmente este espectáculo, no por su técnica, sino por su contenido.

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