lunes, 28 de noviembre de 2011

¿Deberán votar siempre los católicos a la derecha?

Publicado el 19/11/2011 en:
http://www.redescristianas.net/2011/11/19/%C2%BFdeberan-votar-siempre-los-catolicos-a-la-derechaantonio-moreno-de-la-fuente-miembro-de-las-ccp-y-de-cps/

Antonio Moreno de la Fuente

Comunidades Cristianas Populares

Así parece afirmarlo la Nota publicada por la Conferencia Episcopal Española (CEE), el 21 de octubre del 2011, ante las próximas elecciones generales del 20 de Noviembre. Mediante ella la CEE trata de orientar el voto de los católicos y “de cuantos deseen escucharles” en contra de los partidos que promueven opciones legislativas: “que no tutelan adecuadamente el derecho fundamental a la vida de cada ser humano, desde su concepción hasta su muerte”; “no reconocen al matrimonio en su ser propio y específico, en cuanto unión firme de un varón y una mujer ordenada al bien de los esposos y de los hijos” ; “lesionen el derecho de los padres a elegir la educación filosófica, moral y religiosa que deseen para sus hijos”; no favorecen “la presencia de la enseñanza de la religión y moral católica en la escuela estatal - como asignatura fundamental opcional” o “reconozca a una organización terrorista como representante político”.

Como es fácil apreciar, las opciones legislativas del aborto, el matrimonio homosexual y reconocer a una organización terrorista como representante político (¿Bildu, Amaiur?) las rechaza también el Partido Popular, quien promueve también el derecho de los padres a la elección del Centro que imparta una educación filosófica, moral y religiosa católica y a la enseñanza de la religión en la escuela estatal. Por lo que la CEE se identifica, en estos puntos, con el Programa del Partido Popular y orienta claramente el voto hacia el mismo, es decir, hacia la derecha.

¿Nos debe extrañar esto? No creo, porque lo hacen siempre que hay unas elecciones generales y, si repasamos nuestra historia, observaremos que los obispos vienen orientando el voto de los católicos españoles hacia los partidos de la derecha, al menos desde que, por la Ley del 26 de junio de 1890, se instaura el sufragio universal en España ( ).

Por esos años, los católicos españoles en su gran mayoría o no votaban en las elecciones, siguiendo la orientación de Pío IX en su decreto Non expedit (no conviene) ( ), del 10 de septiembre de 1874, por el que aconsejaba a los católicos italianos que no votasen en las elecciones convocadas por un gobierno italiano que había usurpado los Estados pontificios en 1870 o votaban a los partidos conservadoras existentes, que se encontraban divididos entre integristas, carlistas y alfonsinos. El carlismo comenzaba a rechazarse por utilizar la guerra civil como medio para resolver la cuestión dinástica. El integrismo era la postura más común entre los católicos, que seguían manteniendo en lo político las tesis tridentinas y del Vaticano I: Unidad de la nación católica española, imposición forzada de las costumbres y comportamientos católicos ortodoxos, estricta censura y vigilancia de cualquier actitud heterodoxa, confesionalidad explícita de las obras sociales y rigurosa obediencia a las directrices doctrinales papales y de los obispos.

Frente a este integrismo “cerrado y de sacristía”, que dice Machado, el arzobispo de Valencia y obispo de Madrid-Alcalá, Victoriano Guisasola y Menéndez ( ) recomienda a los católicos, en las elecciones que se celebraron en 1907, que voten siguiendo la teoría del “mal menor”, teoría conocida como posibilismo, propuesta por los jesuitas de Razón y Fe y ratificada por el Papa Pío X en su carta Inter catholicos hispaniae (Entre los católicos de España) del 1906, según la cual los católicos pueden votar e ir en candidaturas electorales del partido conservador, en “una unión accidental y transitoria de los católicos con los menos malos… para vencer en ellas a los peores” (es decir, a los liberales), según decía el P.Villada ( ). Y, efectivamente, con el apoyo de los católicos y espoleados por sus obispos, triunfó el partido conservador de Antonio Maura en las generales de 1907 y en las municipales de diciembre del 1909. Con razón dice Montero García que la acción de los católicos en política, en este tiempo, oscila entre el integrismo y el posibilismo ( ), pero siempre dentro de la opción de derechas, por la oposición rotunda que la Iglesia española tuvo hacia el liberalismo del siglo XIX, a excepción del tiempo de las Cortes de Cádiz.

La llegada al poder de los liberales, en enero del 1910, con José Canalejas, García Prieto y Romanones y su victoria en las elecciones generales del 15 de junio de ese año, desató una campaña de movilización católica sin precedentes, sobre todo, cuando el gobierno de Canalejas dio algunos pasos en la separación de la Iglesia y del Estado, al establecer la libertad de cultos, el matrimonio civil, las escuelas laicas y prohibir, por la ley de Asociaciones o del Candado (diciembre de 1910) la implantación de nuevas Órdenes religiosas en España ( ). Todo esto, mas el auge cada vez mayor de republicanos, socialistas y anarquistas, las continuas huelgas de la clase obrera y el malestar por la guerra del Rif, dio motivo a que se plantease por los obispos y la prensa católica la necesidad de una participación plena de los católicos en la vida política española, marcando distancias con los integristas y carlistas. Consecuencia de ello fue la publicación por el Cardenal primado Aguirre, el 8 de enero de 1910, de unas Normas de Acción Católica y Social en España ( ), que servirían de pauta para todo el movimiento católico posterior en su acción social y política.

El Cardenal primado anima a los católicos a que se presten a “ser elegidos concejales, diputados provinciales y representantes en Cortes, para procurar el bien del pueblo y reformar las leyes en sentido favorable a la Religión…o trabajar por infiltrar y difundir en la sociedad el espíritu cristiano” (la cursiva es mía) (n.1). Lo que ocurriría, entre otras mil circunstancias de aquel tiempo azaroso, con la entrada en el gobierno del conservador Eduardo Dato en octubre de 1913, en vísperas de la I Guerra mundial ( ).

Con Pío XI (1922-1939) se instala de nuevo la tendencia integrista en la Iglesia católica y en la española particularmente. Este papa preocupado por zanjar, a cualquier precio, la cuestión de la usurpación de los estados pontificios capitula ante las exigencias fascistas de Mussolini. Acepta el Tratado de Letrán (11 de febrero de 1929), por el que el estado italiano reconoce al Estado Vaticano y firma un Concordato con el estado fascista de Mussolini. En su virtud, Pío IX imprime un cambio de rumbo en la Acción católica, recluyéndola al interior de la sacristía, al limitar su acción al estudio y propaganda de la fe católica y apartarla de su acción social y política, de formar sindicatos y partidos políticos, porque el fascismo no admitía ningún sindicato ni partido político fuera del gubernamental. Y así prohíbe en 1923, al Partito Popolare italiano, fundado por el sacerdote Luigi Sturzo en enero del 1919 y aprobado por Benedicto XV ( ) y en Francia, el 29 de diciembre de 1926, condena también al partido católico de tendencia monárquica l’Action Française de Charles Maurras ( ).

Y sin pluralidad de partidos no hay votaciones, con lo que el Papa no sólo aparta a la Acción católica de la vida social y política autónoma, sino que bendice también la pérdida del derecho al voto de los católicos. En España, durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), la tendencia dominante en el movimiento católico, dirigido por los obispos, es igualmente el integrismo: estricta confesionalidad de todas las obras sociales y pastoral de plena e íntegra recristianización de la nación, como lo planteaba el nuevo cardenal primado Pedro Segura y se plasma en las Bases de la Acción Católica de 1926, según la nueva concepción de Pío XI ( ).

Durante la II República, “que la primavera nos trajo de la mano” según decía Antonio Machado, las orientaciones de los obispos para que los católicos participen en la política se hacen más apremiantes, sobre todo porque han de confrontarse con fuerzas hostiles y en un ámbito desfavorable, tras el triunfo republicano-socialista el 14 de abril de 1931. Así lo decía el Cardenal primado Segura, en una carta pastoral publicada el 1º de mayo de ese mismo año: “los católicos no debían permanecer quietos y ociosos en el momento de elegirse Cortes constituyentes, sino que debían unirse para defenderse y lograr que fuesen elegidos candidatos con suficientes garantías de defender los derechos de la Iglesia y el orden social” ( ). Y más que apremio suscitan oposición, cuando se discutía en el Parlamento los arts. 26 y 27 de la nueva Constitución, en donde se plasmarían las nuevas relaciones del Estado con la Iglesia. Todo ello, sumado a la ley de Congregaciones y las circunstancias ocurridas durante el bienio republicano, dio ocasión a que los obispos urgieran de nuevo a que los católicos se organizasen.

Así ocurrió y “es en este tiempo, nos dice Montero García, cuando los sectores más posibilistas hegemonizan el movimiento católico, tanto en el terreno político como en el social y cultural” ( ), a través de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, fundada por el jesuita Ángel Ayala en 1909 ( ) y dirigida ahora por el abogado y posteriormente obispo Ángel Herrera Oria, apoyado en su periódico El Debate y en el partido católico Acción popular, que había fundado, núcleo principal de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) ( ). Estos instrumentos y, sobre todo, la creación de la CEDA, hicieron posible el triunfo de la derecha en las elecciones generales del 19 de noviembre del 1933, alcanzando la mayoría parlamentaria. “Las elecciones hacían de la CEDA el primer grupo parlamentario y de los radicales y grupos de centros, el eje de la situación política” ( ). En los años posteriores a la segunda Guerra mundial, los partidos demócratas cristianos llegarán al poder, con el aplauso de Roma, en casi todos los estados europeos. Sólo en España y Portugal será distinto.

Tras el golpe militar que el general Franco dio contra la República legítimamente constituida y durante el largo período de la Dictadura, la jerarquía eclesiástica menospreció la acción política posibilista de la CEDA y a sus personalidades más destacadas, Gil Robles, Herrera Oria, Manuel Jiménez Fernández ( ), prefiriendo el integrismo de Cristiandad que el régimen franquista le ofrecía. Se produce entonces “una interpenetración o simbiosis entre el factor religioso católico y el factor nacional español, que es lo que constituye el nacionalcatolicismo hispano”, plasmado en el Concordato de 1953 ( ). La actividad de los católicos queda reducida a manifestaciones de piedad, culto, formación, obras de caridad etc., sin actividad sindical y política autónoma, como en la República, ya que el régimen franquista no permitía actividad sindical y política que no fuera la gubernamental, como el fascismo de Mussolini. La jerarquía eclesiástica prefirió la absoluta tranquilidad y soledad que suponía ser la religión católica la religión del estado franquista, a la insegura actividad autónoma del movimiento católico posibilista de la CEDA, en el régimen democrático parlamentario de la República.

En la segunda mitad de los años cincuenta, la Acción católica obrera (JOC y HOAC) comienza a alejarse tanto del sindicato gubernamental como del confesional, lo que suponía una crítica de las relaciones de cristiandad entre Estado e Iglesia, plasmadas en el Concordato y de la relación natural entre la Iglesia y la derecha, que defendían los obispos. Estas posturas se basaban en las nuevas doctrinas sobre la “autonomía de lo temporal”, sostenidas por los franceses Maritain, Mounier y la teología del laicado de Yves Congar ( ). La autonomía de lo temporal se afirmaba frente a la Iglesia, tanto frente a su jerarquía, que tanto había intervenido en lo temporal a través de la historia, como de su propia misión. “La Iglesia –se dirá- tiene dos misiones: evangelización y animación de lo temporal…La tarea de construcción del mundo no le incumbe” ( ).

Al seglar católico que está inmerso en el mundo y en lo temporal sí le incumbe esta tarea de construir el mundo, junto con otros seres humanos, pero al mismo tiempo, en cuanto cristiano, tiene también la misión de animarlo de espiritualidad cristiana. Diversos miembros de la Acción Católica (JOC y la HOAC) son los primeros seglares católicos que interpretan esta tarea de inserción en lo temporal de forma autónoma, independientemente de las orientaciones doctrinales de los obispos, cuya autoridad monopolística, una y otra vez, se cuidaban de recordar en sus pastorales. Y lo hacen, luchando por las libertades democráticas, codo con codo con militantes de sindicatos de clase y de los partidos socialistas y comunistas, aún en la clandestinidad, totalmente tabú en este tiempo ( ). La experiencia también de los “Curas obreros” (Francia 1944) que rompe, al integrarse en el mundo del trabajo manual, la segregación de su estado clerical, es un gesto de alejamiento del monopolio doctrinal jerárquico ( ). Estas nuevas experiencias autónomas frente a la jerarquía las consolidará el Concilio Vaticano II.

El Concilio Vaticano II (1962-1965), que coincide con la época del distensión entre los Unión Soviética de Krutschev y los EEUU de Kennedy, supuso para la Iglesia católica el principio de un cambio de mentalidad, tanto en sí misma como en su relación al mundo ( ). En nuestra patria, la dictadura y los obispos con ella, ofrecieron serias resistencias al Concilio. Sólo se llevó a cabo una mínima apertura en materia de libertad religiosa a través de la Ley de junio de 1967, pero el poder político, con anuencia de la jerarquía, agudizó su represión contra los grupos cristianos críticos a la unión de la Iglesia y el Estado del régimen de Cristiandad, que aún se mantenía. Estos hechos forzaron el alejamiento de los movimientos de Acción Católica de la jerarquía en 1966 y la ruptura con la concepción del nacionalcatolicismo en la Asamblea conjunta de obispos y sacerdotes celebrada en septiembre de 1971 y el nacimiento de otros movimientos católicos de izquierda, que colaboraron con las organizaciones de masas, sindicatos y partidos políticos de izquierda en el período de la transición española y los primeros años de la democracia: los Curas obreros, Cristianos por el Socialismo (CPS), Comunidades Cristianas Populares (CCP), Somos Iglesia etc. ( ).

Todo esto nos lleva a concluir, que en la Iglesia que somos todos, hay libertad de opinión en cuestiones morales, sociales y políticas e incluso en la interpretación de nuestra fe. Que los seglares católicos somos autónomos en tomar nuestras propias decisiones y, en ellas, nos podemos dejar guiar por muchas orientaciones, entre ellas las de nuestros obispos, pero también podemos rechazarla, porque ellos no tienen el monopolio de la verdad y, por tanto, podemos no seguir sus orientaciones, como es el caso presente.

¿Deberemos votar siempre los católicos a la derecha? Rotundamente No, aunque nos lo digan los obispos. Las opciones de derecha que históricamente siempre defendieron, hoy el PP como en la República la CEDA, no son las únicas que podemos practicar hoy los católicos españoles. No se puede identificar la opinión de toda la Iglesia con sola una opción política, como siempre hacen ellos. Nosotros, como personas y como cristianos, somos adultos y podemos formarnos nuestra propia opinión en cuestiones morales, sociales, políticas, distinta de las que ellos tienen. Del mismo modo que podemos estar de acuerdo con las opciones legales que defienden el divorcio, el aborto, el matrimonio homosexual, el excluir la asignatura de Religión de las escuelas públicas etc., también podemos votar a los partidos de izquierda, incluso a los que están situados a la izquierda del PSOE, que hoy no se parece en nada al de la República.

Estado Laico, laicidad y/o laicismo

Publicado el 18 de octubre 2010 en:
http://www.redescristianas.net/2010/10/18/estado-laico-laicidad-yo-laicismoantonio-moreno/#more-23477

El próximo 6 de noviembre del 2010 realizará el Papa Benedicto XVI otro viaje a España, visitando Santiago y Barcelona. Será recibido por los Reyes y el Presidente Rodríguez Zapatero, quien, según la prensa (1 ), hablará con el Papa sobre la próxima ley de Libertad religiosa. El carácter de esta visita, los gastos que supone y el objeto de la entrevista de nuestro Presidente con el Papa, ha suscitado numerosas campañas de rechazo a dicha visita, como la que se celebrará en Madrid, el 23 de octubre, promovida por Europa laica (2 ), con el lema ¡Por un estado laico!

Y, como es natural, ante esta clase de convocatorias se dan diversidad de opiniones de si apoyarlas o rechazarlas, diversidad que proceden, a mi entender, de cierta confusión terminológica entre estado laico, laicidad y laicismo. ¿Es el estado laico sólo aconfesional o también laicista? ¿Qué diferencia existe entre laicidad y laicismo? Intentar aclarar el contenido de estos términos es el propósito de este artículo.

1.- Estado laico. Desde Hegel y Marx se admite que la función del Estado moderno y democrático consiste, ante todo, en ordenar la vida del pueblo frente a sus necesidades y dificultades materiales. El Estado es un “estado de necesidades” y procurar satisfacerlas será su función primaria, es decir, que todos los ciudadanos tengan acceso a unas mínimas condiciones básicas de subsistencia, expresadas posteriormente por la ONU en su Declaración Universal de los Derechos Humanos, el 10 de diciembre de 1948.

No entra, pues, dentro de la función del Estado el determinar el sentido último o absoluto de la realidad y de la vida, lo que reconocemos como “sagrado o transcendente” y que está vinculado a una determinada religión o cosmovisión. Frente a este sentido último de la realidad, frente al punto de vista de las cosmovisiones o religiones de sus ciudadanos, el Estado moderno-democrático es pluralista y neutral.

El primer sentido, por tanto, de un Estado laico es ser neutral frente a las cosmovisiones y religiones de sus ciudadanos, respetarlas a todas, ser profano, diferente y distante de lo “sagrado”(3). “En una sociedad democrática ninguna persona es más sagrada que otra. No hay personas sagradas ni consagradas… Lo laico es lo común, lo que iguala a todos y a todas por nuestros orígenes más radicales, no por lo sagrado de la religión” (4 ).

Esta neutralidad del Estado frente a las religiones incluye, por tanto, su aconfesionalidad, es decir, el que haya una separación real entre Estado y confesiones religiosas, de modo que ninguna religión sea declarada religión de estado, ni religión declarada de la mayoría. Y del principio de neutralidad y aconfesionalidad se deriva el que las leyes de la sociedad laica “marcan los límites socialmente aceptables dentro de los que debemos movernos todos los ciudadanos, sean cuales fueren nuestras creencias o nuestras incredulidades. Son las religiones quienes tienen que acomodarse a las leyes, nunca al revés” (5 ).

En este sentido, los EEUU fueron siempre reconocidos como el estado laico por antonomasia al establecer en la Primera Enmienda de la Carta de Derechos de los ciudadanos, de 1791, la prohibición de adoptar una religión como “religión oficial del estado (6 ). Y así lo reconocieron también los observadores franceses Alexis de Tocqueville y Gustave de Beaumont enviados, en el s.XIX, por el gobierno francés, para estudiar la situación penitenciaria de los EEUU (7 ).

Este último reconocía que: “En ninguna parte es más estable la separación de la Iglesia y el Estado que en América del Norte…En los EEUU no existe religión del estado, ni religión declarada como la de la mayoría, ni preeminencia de un culto sobre otro” (8 ).

Ahora bien, hablamos de neutralidad no sólo frente a las Religiones, sino también frente a las cosmovisiones, sean religiosas o no. Esto significa que el Estado laico debe ser neutral y respetar no sólo a los creyentes de una religión, sino también a los increyentes, agnósticos y ateos que poseen cosmovisiones diferentes de las religiosas. Y aquí entra la laicidad o el laicismo del Estado laico.

2.- Laicidad del Estado. Laicidad es un término que se utiliza frecuentemente, pero no está aún admitido por la Real Academia española. ¿Qué se entiende por laicidad? Según el Prof. Dionisio Llamazares (9 ) son tres las características que comprende este término, deducidas de una sentencia del Tribunal Constitucional español: Neutralidad religiosa, Separación entre Estado e Iglesias o confesiones religiosas y Cooperación estatal con las confesiones.

Las dos características primeras no necesitan aclaración alguna, según lo dicho arriba. Sí la necesita la tercera característica, la cooperación. ¿Debe el Estado cooperar con la Religión? ¿Qué clase de cooperación podrá establecerse entre estas instituciones? A mi entender, esta propuesta de cooperación procede de las relaciones del Estado con la Religión que estableció la Primera Enmienda a la Constitución de los EEUU.

Según hemos visto, en ella se prohíbe la adopción de una religión como religión de estado, pero también se autoriza y se fomenta el libre ejercicio de la misma, prohibiéndose que se establezcan leyes que lo impidan. Esto supone, como decíamos en nuestro artículo anteriormente citado (10), una clara separación del Estado y las confesiones religiosas en EEUU, pero es una separación relativa no absoluta, pues existe un reconocimiento de la Religión en general.

Tanto Alexis de Tocqueville como Gustave de Beaumont señalan que la religiosidad de los ciudadanos norteamericanos ejerce una influencia poderosa en la vida pública norteamericana, pues “un principio establecido por el legislador de EEUU es que, para ser buen ciudadano es necesario ser religioso”(11). Este reconocimiento de la necesidad de la Religión se amplió en algunos estados a cooperar y sostener con fondos públicos a algunas confesiones protestantes (12), práctica que observamos también en muchos Estados europeos, en virtud de los Concordatos y Acuerdos del Vaticano con los mismos.

Esta neutralidad del Estado frente a las confesiones religiosas en particular pero, al mismo tiempo, de cooperación y ayuda a la Religión en general y con algunas confesiones religiosas en particular, es lo que Llamazares denomina laicidad y el Prof. Luca Diotallevi denomina “religious freedom”(13). El Estado laico practica una laicidad, cuando, pese a ser neutral frente a las confesiones religiosas, fomenta públicamente la Religión en general y coopera con las confesiones religiosas en particular.

Ahora bien, esta laicidad de estado adolece de dos carencias fundamentales. Ante todo, tal laicidad supone una discriminación de los agnósticos y ateos que no profesan religión alguna. Este estado laico admitirá la libertad religiosa, pero no reconocerá la libertad de conciencia de los que no practican una religión. Por otra parte, habrá que determinar qué clase de cooperación existe entre el Estado y las confesiones religiosas.

Esta cooperación en muchos Estados puede reducirse al mínimo, en otros, en cambio, llevarse a extremos difícilmente aceptables. En España, por ejemplo, esta cooperación está fijada en los Acuerdos firmados entre el Estado español y la Sta. Sede de 1976 y 1979. En ellos se establecen numerosos privilegios para la Iglesia católica, difícilmente admisibles: en educación y asuntos culturales, como la enseñanza religiosa en todos los centros de educación y el estatuto laboral de los profesores de religión; económicos, como la asignación tributaria del IRPF y exenciones fiscales como el Impuesto de construcciones y el IBI; legales, como el reconocimiento de personalidad jurídica civil de las entidades eclesiásticas y el reconocimiento de efectos civiles del matrimonio canónico; y, finalmente, otros como el nombramiento del Vicario general castrense y la asistencia religiosa a las fuerzas armadas (14).

Tales privilegios, a nuestro parecer, sobrepasan la cooperación del Estado con las confesiones religiosas, que requiere la laicidad, pues suponen una verdadera subordinación de éste a la Iglesia católica. Subordinación que nos recuerda doctrinas eclesiásticas medievales, difícilmente admisibles. Además son hoy motivo de constantes problemas y conflictos, que dificultan la convivencia ciudadana y enfrentan a los españoles, como ponen de manifiesto las campañas convocadas contra la venida del Papa, a las que aludíamos al principio. Por ello, abogamos por la derogación total de estos Acuerdos y establecer otros principios de cooperación o profesar el laicismo.

El paso de una separación relativa a una absoluta entre el Estado y las confesiones religiosas, es decir, de la laicidad del Estado practicada en los EEUU a un laicismo de Estado, cambió en 1947 en virtud de la famosa sentencia del juez Hugo Black: Everson vs. Board of Education (15).

3. Laicismo del Estado. Reconocemos que el significado del término “laicismo” está muy contaminado por su carga peyorativa, procedente de la Revolución francesa y comunista. En sentido genérico, entendemos el laicismo como lo define el Diccionario de la Real Academia: “Laicismo (de laico).

Doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa”. En este sentido genérico lo entienden también diversas organizaciones que se declaran laicistas, como la Asociación Europa laica la que, en su carta programática, dice: “entendemos por laicismo el establecimiento de las condiciones jurídicas, políticas y sociales idóneas para el desarrollo pleno de la libertad de conciencia, base de los Derechos Humanos… marco jurídico adecuado y efectivo que lo garantice y lo proteja frente a toda interferencia de instituciones religiosas que implique ventajas o privilegios” (16).

Sin embargo, en ámbitos religiosos se entiende por Laicismo la exclusión de la religión del espacio público y su circunscripción al ámbito privado o personal. Así lo expresa un conocido teólogo: “Laicismo es la tolerancia de la religión por el Estado pero sólo en el ámbito privado y personal, no reconociéndolas como entidades cívicas o como instituciones de derecho público” (17). Este sentido negativo es el que adoptaron los revolucionarios franceses y, posteriormente, el marxismo-comunismo (18).

A pesar de esa carga peyorativa creemos, no obstante, que puede darse un sentido positivo al término laicismo, sentido que fue introducido por el juez Hugo Black, en EEUU en 1947, en su famosa sentencia Everson versus Board of Education, citada anteriormente. En ella el juez Black interpreta la separación o neutralidad del Estado y las confesiones religiosas, establecida en la Primera Enmienda a la Constitución de EEUU (19), en un sentido estricto o absoluto, en clave de total neutralidad del Gobierno con todo lo que se relacionase con la religión.

Esta separación absoluta elimina, ante todo, la cooperación con las confesiones religiosas, como pudiera ser “el destinar –dice la sentencia- dinero del erario público, grande o pequeño, a apoyar actividades o instituciones religiosas, cualesquiera que ellas sean o cualquiera que sea la forma que adopten para enseñar o practicar”(20), que era lo que el ciudadano Everson había impugnado en el Estado de New Jersey, porque este Estado pagaba con fondos públicos el transporte escolar a colegios confesionales (21). Posteriormente John F. Kennedy admitiría también esta tesis del juez Black, en su famoso discurso de Houston, en 1960, antes de ser elegido Presidente (22). Esta doctrina sienta las bases de un laicismo de Estado, diferente de su laicidad, en el sentido de que el Estado es neutral frente a las confesiones religiones y frente a la Religión en general, excluyendo “cualquier cooperación” con ellas, que era la tercera característica de la laicidad, requerida por el Prof. Llamazares.

Esto suponía secularizar el espacio público norteamericano, en el sentido de que el Estado excluye toda relación o cooperación con las confesiones religiosas. No discriminaría a ningún ciudadano por su religión, pero tampoco a ningún agnóstico o ateo, por lo que se reconocería tanto la libertad religiosa como la libertad de conciencia de todo ciudadano.

Podríamos denominar a esta tesis como laicismo positivo del Estado. Laicismo porque privatiza la manifestación religiosa del gobernante y excluye toda cooperación estatal con la religión en general, pero positivo, porque admite a las confesiones religiosas como entidades de derecho público y, por tanto, la práctica pública y social de la religión por estas instituciones y por los ciudadanos particulares, del mismo modo que admite la cooperación con todas las Asociaciones civiles, legalmente reconocidas, sean religiosas o no.

Laicismo, por tanto, distinto y diferente del “laicismo negativo” de los revolucionarios europeos, tanto franceses como marxistas, para quienes la religión, aunque respetada, pertenece al ámbito privado o particular y se prohíbe su manifestación pública, porque no tiene carta de derecho público. Para nosotros también, este laicismo positivo es el que debe regular las relaciones entre el Estado laico y las confesiones religiosas. A mi entender, se debe abandonar la laicidad de Estado y pasar al laicismo positivo del Estado, en el sentido expuesto.

Como conclusión podríamos establecer estos puntos:

1.- El Estado moderno-democrático es un Estado laico, es decir, profano, aconfesional y neutral, no sólo frente a las religiones sino también frente a las cosmovisiones no religiosas, agnósticas y ateas. Neutralidad que el estado laico podrá expresar en practicar una laicidad o ser laicista.

2.- El Estado laico practicará una laicidad cuando, aún siendo neutral frente a las confesiones religiosas en particular, fomenta la Religión en general y coopera con las confesiones religiosas en particular. Esta separación relativa entre el Estado y las confesiones religiosas es la admitida en diversos Estados europeos y en los EEUU, basada en la interpretación dada a la Primera Enmienda de la Carta de Derechos. El Estado admite una libertad de religión, pero no una libertad de conciencia. En España, sin embargo, esta cooperación se transforma en subordinación del Estado a la Iglesia católica, según los Acuerdos de 1976 y 1979, firmados por el Estado español y la Sta. Sede y es fuente de conflictos entre los ciudadanos, por lo que abogamos por su derogación.

3.- A partir de la sentencia del juez Black: Everson versus Board of Education, en 1947, se propone un laicismo positivo del Estado, en clave de total neutralidad del Estado con todo lo que se relacione con la religión. Este laicismo positivo establece una separación absoluta y estricta entre el Estado y las confesiones religiosas, excluyéndose toda cooperación pública con la Religión y las confesiones religiosas en particular. Sin embargo, esto no implica la prohibición de la práctica pública de la religión por parte de los ciudadanos, ni tampoco de prácticas agnósticas y ateas. Este laicismo positivo del Estado admite tanto una libertad de religión como una libertad de conciencia. Laicismo positivo de Estado que admitimos y proponemos como sustituto de la laicidad de estado, por ser distinto del laicismo negativo que propugnaban los revolucionarios franceses y comunistas.

NOTAS

1) JULIANA, Enric. “Zapatero quiere ser recibido por el Papa durante su visita”. La Vanguardia, 27/09/2010: [En línea: http://www.lavanguardia.es/politica/noticias/20100927/54012367689/zapatero-quiere-ser-recibido-por-el-papa-durante-su-visita-iglesia-roma-vega-benedicto-xvi-vaticano-.html]
2) En línea:
http://www.laicismo.org/europa_laica/destacados/por_un_estado_laico_ya_convocatoria_civica_de_un_acto_laicista_en_madrid.html . Consulta 23/09/2020.
3) MARDONES, José Mª. “La laicidad compartida: Religión y Democracia”, en Éxodo, nº 80: Laicidad y religión, sept.-octubre 2005, pp. 35-40. José Mª CASTILLO. Ser cristiano en nuestra sociedad plural y laica. Valencia: Pro manuscripto, 2009, en p.10 dice que “fanum, en la religión romana antigua, era el “lugar sagrado”. Por eso se comprende que “pro-fano” es lo que está fuera del fanum, es decir, al margen de “lo sagrado”.
4)GACIA MAURIÑO, José Mª. “la Larga marcha: desde una laicidad proclamada a una laicidad realizada”. [En línea: http://www.ccp.org.es/node/372. Consulta 13/08/2010].
5)SABATER, Fernando. Laicismo: cinco tesis. [En línea: http://biblioweb.sindominio.net/pensamiento/laicismo.html. Consulta 13/09/2010]
6) La Carta de Derechos (en inglés, Bill of Rights) es el término por el que se conocen las diez primeras enmiendas de la Constitución de los Estados Unidos de América. Estas enmiendas limitan el poder del gobierno federal y garantizan los derechos y libertades de las personas. El texto de la 1ª dice así: “ El Congreso no aprobará ley alguna por la que adopte una religión oficial del estado o prohíba el libre ejercicio de la misma, o que restrinja la libertad de expresión o de prensa, o el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y a pedir al gobierno la reparación de agravios”. “Carta de Derechos de los Estados Unidos”. Wikipedia. [En línea: http://es.wikipedia.org/wiki/Carta_de_Derechos_de_los_Estados_Unidos . Consulta 02/07/2010]
7)MORENO DE LA FUENTE, Antonio. “Laicidad o laicismo en EEUU y España”. [En línea:
8)Ibid., pp.5-6.
9)LLAMAZARES FERNÁNDEZ, Dionisio. “Los acuerdos del Estado español con la Santa Sede”. Osservatorio delle libertà ed istituzioni religiose, Novembre 2005, p.5. [En línea http://www.olir.it/areetematiche/103/documents/Llamazares_Fernandez_Acuerdos.pdf . Consulta 18/06/2010].
10)En nota 7.
11)BEAUMONT, Gustave: “C’est un principie du legislateur des Etats-Unis que, pour être bon citoyen, il faut être religieux”. Vid. MORENO DE LA FUENTE, Antonio. Laicidad y la laicismo…, pag. 5.
12)MAGISTER, Sandro. La dottrina del cattolico Kennedy? Da dimenticare. [en línea: http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1342344. [Consulta 01/07/2010]. En los siguientes artículos se continúa el debate: [En línea:
http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1342853
http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1342971. [Consulta 01/07/2010]. Sobre la interpretación del discurso del obispo católico de Denver, Charles J. Chaput, véase nuestro art. Laicidad o laicismo en EEUU…, citado en nota 6.
13)LLAMAZARES FERNÁNDEZ, Dionisio. “Los acuerdos”…, p.5. DIOTALLEVI, Luca. Una alternativa alla laicità. Rubbettino, Soveria Mannelli, 2010, reseñado por Sandro MAGISTER: Se possiamo non dirci laici. [En línea: http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1342306. Consulta: 05/07/2010].
14) Véase LLAMAZARES FERNÁNDEZ, Dionisio. Los acuerdos…, citado en nota 9.
15) MARTÍNEZ MARTÍNEZ, Julio Luis. Consenso público y moral social. Madrid: Pontificia Universidad de Comilla, 2002. Este autor analiza en la pp. 376 y ss. dicha sentencia y sus antecedentes. [En línea: http://books.google.es/books?id=mxD8Nd3yk6wC&pg=PA376&lpg=PA376&dq=Everson+vs.+Board+of+Education+Juez+Hugo+Black&source=bl&ots=XW4r0lG5zK&sig=1AwSm4h1DU-syE7WxC16sGtLDMA&hl=es&ei=7ZGcTK2jN9vNjAf2yaWODQ&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=9&ved=0CEEQ6AEwCA#v=onepage&q&f=false . Consulta 23/09/2010].
16) Europa laica: quienes somos. [En línea http://www.laicismo.org/europa_laica/europa_laica/quienes_somos/europa_laica.html#ppal . Consulta 21/09/2010]
17) ESTRADA, Juan A. “Laicidad y religión en la sociedad española”. Éxodo. Laicidad y Religión. Del conflicto a la convergencia, nº 80, (septiembre-octubre) 2005,p.12.
18) Véase MARTÍNEZ MARTÍNEZ, Julio Luis. Consenso público y moral social…, pp.372-373. Para este autor (en p. 373) Marx es el primer hombre postmoderno, para quien el hombre razonable es el ateo. De hecho Marx en “La cuestión judía” se expresaría así: “El hombre se emancipa políticamente de la religión al desterrarla del derecho público al derecho privado”. Karl MARX- Friedrich ENGELS. Sobre la religión. Vol. I. Edición preparada por Hugo Assmann y Reyes Mate. Salamanca: Sígueme, 1979, p.117. Por otra parte, es conocido el ateísmo militante de la desaparecida URSS y de otros estados comunistas.
19) Véase nota 6.
20) MARTINEZ MARTINEZ, Julio Luis. Consenso público…, p. 377.
21) Ibid.
22) MAGISTER, Sandro. La dottrina del cattolico Kennedy? Da dimenticare. [en línea: http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1342344 y siguientes artículos:
http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1342853
http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1342971 [consulta 01/07/2010]. Sobre la interpretación de este discurso del obispo católico de Denver, Charles J. Chaput, véase nuestro art. Laicidad o laicismo en EEUU…, citado en nota 7.

Antonio Moreno de la Fuente.
Sevilla 30 de septiembre del 2010

Visión cristiana y marxista del decrecimiento
Antonio Moreno de la Fuente y Teresa Bravo Gómez

Decrecimiento.info

El cambio climático amenaza a la humanidad: deshielo del polo norte, aumento del nivel del mar, desaparición de especies, desertización y lluvia ácida, escasez de agua potable, catástrofes naturales mas frecuentes, etc. Según la revista francesa Alternatives Economiques [en línea: http://www.alternatives-economiques.fr/changement-climatique---peut-on-eviter-le-pire-_fr_pub_875.html#45335] [consulta 03-11-09] el nº de catástrofes naturales mayores, aquellas que han causado más de 500 muertos, como los tifones, tsunamis y terremotos de este año en Filipinas, Samoa, Indonesia, El Salvador etc., han crecido más del doble desde el año 1980. De 10 por año han pasado a más de 20 después del año 2000.

A la crisis financiera-económica mundial, que estalla en EEUU en el 2007, hay que añadir esta crisis medioambiental, que si en diciembre de este año, en Copenhague, no se llega a acuerdos concretos, la humanidad estará en verdadero peligro de desaparecer. Y es que estamos ante una verdadera crisis sistémica y apocalíptica. No es extraño que en Internet existan numerosas pags webs y vídeos en YouToube que nos hablan del fin del mundo. E incluso, basándose en las profecías del Calendario Maya, fijan su fecha para el año 2012, tema de la película que, con el mismo título, se está proyectando actualmente en nuestras pantallas.

Pero, aunque ningún choque de asteroides contra la Tierra amenace hoy con provocar el fin de nuestro mundo, la humanidad sí puede desaparecer por el cambio climático, causado por el desarrollo de los países capitalistas. ¿Seremos capaces de superar esta crisis apocalíptica o de detener, al menos, los efectos nocivos del cambio climático? La tesis sostenida por el Decrecimiento lo afirma, aunque nos queda poco tiempo.

Por diversas etapas se ha pasado hasta llegar a este concepto de Decrecimiento. En síntesis serían:

1. Crecimiento cero.

En los años 60 se toma conciencia, como en otros muchos asuntos, de las consecuencias catastróficas que estaba originando la máquina productivista de la economía, tanto capitalista como soviética. Entre ellas, la desertización que, en 1950 ya se había perdido la quinta parte de la superficie cultivable y la deforestación, con la desaparición del 42% de las selvas tropicales (L.Boff. La dignidad de la tierra. Madrid: Trotta, 2000, p. 27). Había, por tanto, que parar esta máquina que agotaba los recursos. Kenneth E. Boulding utilizó en 1966 la gráfica expresión de que la Tierra es como una “nave espacial”, con unos recursos limitados que deben ser utilizados de modo racional y moderado para asegurar la supervivencia de la humanidad (En Historia de la Ecologia. [en línea]:http://www.natureduca.com/cienc_hist_debatecrecim.php [consulta el 01-11-08].

Esta constatación la asume el Club de Roma en 1972 en su famoso informe sobre Los límites del crecimiento. Los recursos naturales son limitados y por tanto no puede existir un crecimiento o progreso ilimitado. Había, por tanto, que frenar o parar este tipo de crecimiento económico, de la misma manera que habría que detener el crecimiento urbanístico desordenado que hace inhabitables nuestras ciudades y contribuye a destruir su medio ambiente natural (Francisco Fernández Buey ¿Es el decrecimiento una utopía realizable? [en línea: http://www.kaosenlared.info/noticia/decrecimiento-utopia-realizable ] [consulta 02-11-09]. De aquí nace la teoría del crecimiento cero, sobre todo, cuando en 1973, las grandes economías comienzan a decrecer por la crisis del petróleo.

2. Desarrollo sostenible.

A pesar de este toque de atención, las economías occidentales no hicieron caso y considerando que detener el crecimiento económico era una utopía absurda, se lanzaron de nuevo a un crecimiento desaforado, inspirados por el capitalismo neoliberal que triunfa en los años 1980 con M. Tatcher y R. Reagan en Occidente y Brezhnev en la URSS. Se agilizan todas las fuerzas productivas para extraer de la Tierra todo cuanto ella puede suministrar. El capitalismo y el comunismo soviético organizaron un asalto sistemático a sus riquezas en el suelo, en el subsuelo, en los mares, en el aire y en la atmósfera exterior. “El hombre blanco –decía el Gran Jefe Seattle- es un forastero que llega en el silencio de la noche y arrebata de la tierra todo lo que necesita. La Tierra no es su hermana, sino su enemiga. Y después de conquistarla se marcha” (L.Boff. Ecología: Grito de la tierra, grito de los pobres. Madrid: Trotta, 1996, p. 275).

Fue la ONU, en 1987 con el Informe Brundtland, quien alertó de que este desarrollo ponía en peligro los recursos naturales para las generaciones futuras. Propone por ello un modelo de “desarrollo sostenible”, es decir, “un modelo de desarrollo en que la explotación de los recursos, la orientación de las inversiones, los rumbos del desarrollo económico estén de acuerdo con las necesidades actuales y futuras” (Boff, ibidem. 88). Este informe sirvió de base para la Conferencia de Naciones Unidas, conocida como Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro de 1992. En ella se impulsó el uso de fuentes alternativas de energía a los combustibles fósiles, vinculados al cambio climático y se apoyó el transporte público frente al privado, para reducir las emisiones de dióxido de carbono, la congestión en las ciudades y los problemas de salud causados por la polución (Vid. Cumbre de la Tierra, en Wikipedia [en linea] http://es.wikipedia.org/wiki/Cumbre_de_la_Tierra [consulta 02-11-09]. Sus acuerdos fueron la base del Protocolo de Kioto, firmado por los países industrializados el 11 de diciembre de 1997, comprometiéndose a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero entre 2008 y 2012, al menos un 5%, tomando como referencia los niveles de 1990 (Protocolo de Kioto, en Wikipedia [en línea: (http://es.wikipedia.org/wiki/Protocolo_de_Kioto_sobre_el_cambio_clim%C3%A1tico] [consulta 02-11-09]. Cumplimiento que se revisará en Copenhague el próximo diciembre.

Sin duda, el uso de energías renovables disminuirán las emisiones contaminantes y un desarrollo más armónico y equilibrado puede contribuir a que no se aumenten más las desigualdades entre los pueblos, como lo prueba el nacimiento de países emergentes como China, India o Brasil, e incluso entre las clases sociales, aumentando el número de personas de clase media, pudiendo también garantizarse más los recursos para las generaciones futuras. Sin embargo, el “desarrollo sostenible” enmascara el problema, pues el adjetivo de sostenible no quita la carga mortífera del sustantivo desarrollo, tanto capitalista como comunista soviético.

Ante todo, el desarrollo capitalista, –el soviético desapareció hace ya veinte años- por muy sostenible que se proclame, es incapaz de erradicar la pobreza, las desigualdades o de reforzar la cohesión social. El crecimiento capitalista mira sólo a expandir los mercados, llenarlos de bienes y servicios, pero a los que sólo puede acceder una élite de grupos sociales o de países, sin importarle los parados, los empobrecidos, pues su mecanismo se basa en alimentar las desigualdades para suscitar permanentes frustraciones y crear nuevas necesidades. La crisis actual nos lo está mostrando. En el mundo actual la brecha entre ricos y pobres ha pasado de un 30 a un 80 %. El propio Banco Mundial confiesa que no se alcanzarán los objetivos del Milenio, de reducir a la mitad las personas que viven en pobreza absoluta, de aquí al año 2015. En los países en desarrollo viven 1300 millones de personas por debajo de la línea de pobreza, en los países industrializados son más de 100 millones de personas, y 120 millones en Europa Oriental y Asia Central ( Angeles Palacios Escobar. Pobreza en el mundo [en línea: http://www.rolandocordera.org.mx/esta_inter/pobreza.htm] [consulta 11-11-09]. En definitiva, el crecimiento o desarrollo capitalista, particularmente el financiero, que ha causado la Gran Depresión del siglo XXI es sólo para unas pocas personas y unos pocos países, no para la inmensa mayoría de la Madre Tierra (Antonio Turquin. La Gran Depresión del s.XXI [en línea: http://www.observatoriodelacrisis.org/readarticle.php?article_id=169] [consulta 02-11-09].

Según la ONU, los países desarrollados, donde vive el 15% de la población, emiten actualmente la mitad del CO2 que toda la población mundial. La huella ecológica de EEUU, por ej., es 5 veces más que la de China y 15 veces la de la India, contando con su diferencia de población. En Etiopía la huella per cápita es de 0’1 toneladas de C02, mientras que la de Canadá es de 20 toneladas de CO2 por h. (Naciones Unidas. Informe sobre Desarrollo humano 2007-2008: La lucha contra el cambio climático. Madrid: Mundi prensa libros, 2008, p.6). Por ello, el uso de las energías renovables (solar, eólica, biomasa y biocombustibles) disminuirán, sin duda, las emisiones contaminantes. Pero, es ilusorio suponer que estas energías sean suficientes para frenar los efectos del cambio climático, pues la producción de estas energías, como efectos del desarrollo económico, anula los beneficios de la reducción de la fuente de contaminación. Es lo que se llama el “efecto rebote” (Clement Homs. ¿Decrecimiento? [en línea: http://www40.brinkster.com/celtiberia/decrecimiento.html] [consulta: 10-11-2009].

Las razones, sin embargo, más esclarecedoras contra el desarrollo económico, sea o no sostenible, nos las ofrece Nicholas Georgescu-Roegen, economista rumano (Nicholas Georgescu-Roegen, en Wilipedia, [en línea: http://es.wikipedia.org/wiki/Nicholas_Georgescu-Roegen ] Existe una biografía en castellano de Oscar Carpintero. La Bioeconomia de Georgescu-Roegen. Mataró (Barcelona): Montesinos, 2006), fundador de la bio-economía y creador del concepto del “Decrecimiento”, que exponemos a continuación.

3. Decrecimiento.

Nicolás Georgescu-Roegen” es quien en sus obras, particularmente en la publicada en la Universidad de Harvard, en 1971: “La Ley de la entropía y el proceso económico”, logra conciliar la economía con la ecología, aplicando los principios de la termodinámica a la ciencia económica (Vid. Oswaldo Álvarez Guerrero. La economía ecológica de G-R, [en línea: http://www.rionegro.com.ar/30/05/2006[ consulta 03-11-09]). Georgescu denuncia en esta obra el error fundamental de la economía occidental, sea capitalista o soviética, a saber, su concepción mecanicista. La economía clásica considera solamente el flujo circular de la producción de bienes y servicios y su permanente intercambio en el mercado, sin tener en cuenta el entorno material y el medio ambiente, es decir, el flujo entrópico. Este flujo, basado en la ley de la entropía (la energía se mantiene en cantidad pero se degrada en calidad), contempla que el flujo económico de materia y energía proviene de fuentes naturales, pasa a través de las industrias, la distribución y el consumo y se evacua en el medioambiente. La bio-economía abarca, por tanto, los tres momentos del flujo entrópico: 1) Los recursos naturales o materias primas, que son escasos y limitados, 2) su transformación mediante la industria, distribución y consumo y 3) la evacuación como energía degradada en residuos, basura etc. La economía clásica de los ss.XIX y XX sólo contemplaba el 2 momento y no tenía en cuenta los otros dos. Nicolas Georgescu asemeja la economía clásica al sistema circulatorio del cuerpo humano, mientras la economía ecológica tiene también en cuenta el sistema digestivo, que recibe y expele al exterior los deshechos.

Y como parte de la bio-economia analiza el concepto de “decrecimiento”, que posteriormente han desarrollado Clement Homs, Serge Latouche ( Por una sociedad de decrecimiento, [en línea: www.rebelion.org/noticia.php?id=8738[ [consulta 05-11-2009], en Francia; Mauro Bonaiuti en Italia; Oswaldo Álvarez en Venezuela y Fernández Buey, Carlos Taibo (En defensa del Decrecimiento, [en línea: http://elcomentario.tv/reggio/en-defensa-del-decrecimiento-de-carlos-taibo-en larepublicaes /16/03/2009/] [consulta 01-11-09]
El crecimiento desarrollista capitalista, no puede basarse en un crecimiento industrial o financiero continuo e ilimitado, porque los recursos naturales de baja entropía (minerales, hidrocarburos, agua, bosques, bienes marinos, tierras cultiva- bables, aire etc) son limitados no infinitos y, sobre todo, porque el capitalismo no puede considerar sólo la depreciación del capital (bienes de producción, mano de obra etc) sino también la degradación de todo el proceso económico, que se transforma en energía degradada, en residuos, en basura, en contaminación atmosférica, en efecto invernadero. El “desarrollo sostenible” basado en las nuevas tecnologías renovables, es también una solución insuficiente. Porque los beneficios de la reducción de la fuente de contaminación se anulan por la producción desarrollista de estas mismas energías, como ocurre al producir electricidad mediante centrales atómicas o térmicas de carbón.

Decrecimiento significa, por tanto, echar el freno y parar este desarrollismo desbocado e inventar otro sistema económico que no necesite un crecimiento perpetuo, basado en triturar y consumir todos los bienes materiales y llenar el planeta de residuos contaminantes y basura. Comprendería dos aspectos:
1) Reducción no sólo del consumo y de la producción, sino también del uso excesivo de recursos naturales y de las emisiones de residuos y contaminación. Reducción del uso de recursos naturales que son finitos, del crecimiento continuo y perpetuo del PIB, de la producción de bienes y servicios, de su distribución y consumo. Y reducción de la emisión de residuos, basuras y emisiones contaminantes. Y
2) Aumentar los valores de sobriedad, austeridad, solidaridad, fraternidad y redistribución. Porque, como decía Gandhi: “tenemos que aprender a vivir más simplemente, para que los otros, simplemente, puedan vivir”. La reducción de la producción y consumo de bienes en los países llamados “desarrollados”, que implica una vida más sencilla, más austera en consumo de energía, recursos y menor contaminación, debe estar orientada a la redistribución y reparto para los que nada o poco tienen. Y hay que recordar que la ONU misma en sus Informes admite que actualmente sólo un 20 % (unos 1.500 mill.de habitantes del planeta) poseen un nivel adecuado de riqueza, mientras que están sumidos en un nivel mayor o menor de pobreza un 80 % de la Humanidad (unos 4.500 de hh.). Decrecer así nos pondría en sintonía con las palabras del Taureg Moussa ab Assarid: “Tenéis de todo, pero no os basta. Os encadenáis de por vida a un Banco. Hay ansia de poseer, frenesí, prisa… En el desierto cada cosa pequeña proporciona felicidad. Cada roce es valioso. Allí nadie sueña con llegar a ser, porque ¡cada uno ya es!”. El Decrecimiento así entendido se suele sintetizar en las “6 R”: Reducir (disminuir el consumo de bienes, de la producción e impacto de nuestra contaminación). Reutilizar y reciclar (para no derrochar nuestro capital natural, no agotar los recursos naturales y acabar con el cambio climático). Reevaluar (aumentar nuestros valores de austeridad, simplicidad, solidaridad, fraternidad, no solo el PIB). Reestructurar (adaptar nuestra economía a estos valores). Redistribuir (reparto equitativo de la riqueza). (L. BOFF. Ecosencillez. [en línea: http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=312 [consulta 02-11-09], Clement Homs. Ob.cit. Fernández Buey, ob.cit.).

Hay que subrayar, sin embargo, que el actual decrecimiento o reducción del PIB que la presente crisis económica ha originado en todas las economías: - 6% en EEUU y Alemania, en España -4%, en el primer trimestre de este año, con su secuela de cierre de empresas, paro, caída del consumo etc., no es lo que nosotros entendemos por Decrecimiento. Se dará contracción del PIB, contracción de la riqueza y caídas de empresas, como la General Motors, pero esta riqueza no se distribuye, la acaparan otras pocas multinacionales. En España, por ej., han caído 300.000 empresas, hay 4 millones de parados, pero el Banco de Santander ganó 6.000 millones de €, en el primer semestre de este año. Paro y pobreza para muchos y riqueza para unos pocos no es Decrecimiento, sino enriquecimiento de una minoría. El decrecimiento del que hablamos supone reducir el consumo, la producción, el uso de recursos naturales y la emisión de residuos contaminantes, pero para que todos, personas y países, hoy y en el futuro, tengan lo necesario, puedan tener los recursos indispensables para una vida digna.

4.- Visión cristiana del Decrecimiento.

No nos referimos con este epígrafe a que queramos cristianizar realidades o teorías científicas, como se hizo en épocas pasadas. Queremos mostrar simplemente que esta visión del Decrecimiento, que cada día es más popular, ha sido teoría y práctica constante del Cristianismo.

La simplicidad y austeridad de vida han sido actitudes muy frecuentes en el Cristianismo, aunque hoy estén un poco olvidadas, y nadie las ha expuesto y vivido mejor que Francisco de Asís. En su “Cántico del Hermano Sol” expresa bien la relación de fraternidad cósmica existente entre todos los seres. “A todas las criaturas daba el dulce nombre de hermanas, pues sabía muy bien que todas tenían el mismo origen que él” (Leyenda mayor 8,6, en Escritos completos de S.Francisco de Asís. Madrid: BAC,1945, p.579). Y en el Cántico del Hermano Sol (ibid.p. 71) canta: “Loado seas mi Señor con todas tus criaturas: el hermano sol, la hermana luna y las estrellas, el viento y el agua…”. Él canta con todas las criaturas; no canta a través de ellas, porque esto sería usarlas y tenerlas sometidas. Francisco no renuncia a las criaturas, no las toma como malas, sino que afirmando que las cosas son y valen, renuncia a someterlas, a dominarlas y a convertirlas en objeto de la voluntad de poder humana. Renuncia a estar por encima de ellas para colocarse al lado de ellas, lo que constituye la pobreza radical cristiana. La pobreza no hay que considerarla sólo como una virtud, sino más bien como un principio o actitud fundamental del ser humano: el despojamiento del instinto de posesión. De-crecer será para los cristianos, ante todo, despojarnos de ese instinto perverso de sólo tener, de acrecentar, de consumir más y más. Será caminar hacia una civilización de la austeridad compartida –como dice Jon Sobrino-. Pobreza, austeridad compartida, despojamiento del sólo poseer, de-crecimiento, todo ello es hermano de la sencillez y simplicidad y de la humildad, cuyo significado básico es colocarse a ras del suelo, en el “humus”, en la tierra (Véase Leonardo Boff. Ecologia, 253-272).

Ahora bien, el principio pobreza, el despojamiento y de-crecimiento apunta a una disponibilidad completa, mira a centrarse en el otro, busca que los otros también vivan y posean. Esta fue la praxis cristiana de los dos primeros siglos que nos describen los Hechos 2,42-48 y 4,32-35 y que se basaba en la comunión fraternal de oración, de doctrina y de bienes. Nadie padecía necesidad material, pues los bienes se repartían ”según la necesidad de cada uno”.

Seguramente, nadie ha captado mejor esta novedad de vida que la comunista polaca-alemana Rosa Luxemburgo, En su obra El socialismo y las Iglesias, describe la entrada revolucionaria del cristianismo en la sociedad romana, dividida entre la clase patricia o militar y los esclavos o libertos pobres. “En esta sociedad putrefacta, -nos dice- donde el pueblo no tenía salida de su trágica situación, ni esperanzas de una vida mejor, los infelices volvieron su mirada al cielo para encontrar allí la salvación. La religión cristiana aparecía ante estos infelices como una tabla de salvación, un consuelo, un estímulo y se convirtió, desde sus comienzos, en la religión del proletariado romano. De acuerdo con la situación material de los integrantes de esta clase, los primeros cristianos levantaron la consigna de la propiedad común: el comunismo. (el subrayado es mio) ¿Qué podía ser más natural? El pueblo carecía de los medios, de subsistencia y moría de hambre. Una religión que defendía al pueblo; que exigía que los ricos compartan con los pobres los bienes que debían pertenecer a todos; una religión que predicaba la igualdad de todos los hombres, tenía que lograr gran éxito”. [en línea: http://www.marxismo.org/files/Rosa%20Luxemburgo%20-%20Obras%20escogidas.pdf, p.143] [consulta 08-01-08].

Esta es, para nosotros, la visión cristiana del decrecimiento. La actualización hoy de este “socialismo cristiano de comunidad de bienes”, de que habla Rosa Luxemburgo, sería la implantación de una Renta básica para todos los ciudadanos, según desarrollo en el trabajo: Renta básica de ciudadanía (http://www.ccp.org.es/node/325 )

4. Eco-Socialismo marxista

Rosa Luxemburgo, sin embargo, aún admirando el primitivo socialismo cristiano, establece una diferencia con el socialismo marxista. El socialismo cristiano es un comunismo de consumo no de producción, procura que todos tengan sus necesidades básicas cubiertas, lo que es mucho, pero no se preocupa, ni pudo hacerlo, de cómo se producen o se obtienen esos bienes. “La consigna de propiedad colectiva -nos dice- que levantaban los cristianos no se refería a los bienes de producción sino a los de consumo. No exigían que la tierra, los talleres y las herramientas se convirtieran en propiedad colectiva, sino simplemente que todo se dividiera entre ellos, casa, comida, ropas y todos los productos elaborados necesarios para vivir….. Los cristianos sólo deseaban que los que poseían la riqueza abrazaran el cristianismo y convirtieran sus riquezas en propiedad común para que todos gozaran de estas cosas en igualdad y fraternidad…Así, los cristianos de los primeros siglos eran comunistas fervientes. Pero era un comunismo basado en el consumo de bienes elaborados y no en el trabajo y se demostró incapaz de reformar la sociedad, de poner fin a la desigualdad entre los hombres y de derribar las barreras que separaban a los pobres de los ricos (Ibid. 143-146)
Esta misma crítica es la que el marxismo hace también a la teoría expuesta del Decrecimiento. No obstante, antes de ver este punto, es necesario responder primero a la crítica que Nicolás Georgescu hace de la economía marxista del comunismo soviético. Esta crítica, que la hace en los años 70, tras la caída de Krutchev y el ascenso de Brezhnev, es válida, a nuestro entender.

El comunismo soviético tiene efectivamente una visión mecanicista y economicista de la economía. “Determinista o mecanicista –decimos en nuestro estudio El marxismo de las/os Cristianos por el Socialismo- porque reconoce a la realidad material, a la naturaleza con sus leyes objetivas e independientes del hombre, como lo único existente y, por lo tanto, lo más importante. El ser humano, por su parte, estará totalmente determinado a conocer o captar las leyes que son propias a esa realidad exterior, objetiva e independiente del sujeto, llamada naturaleza y aplicarlas en su vida, lo que elimina la concepción histórica de la sociedad. Y es economicista porque el factor económico, las condiciones de producción resultante de las fuerzas productivas y las relaciones de producción entre ellas, es lo que determina “en última instancia” la vida social. El desarrollo histórico de la sociedad en su conjunto está determinado por lo económico” (Documentos de CPS, nº 38, p. 4, [en línea: http://www.cps.com.es/documentos.htm ] .

Sin embargo, como exponemos en el mismo trabajo, existe otro marxismo humanista que no es determinista ni economicista y, por lo tanto, puede muy bien aceptar las tesis de Nicolas Georgescu. Marx no pudo incorporar a su teoría económica las ideas de la bio-economía de N. Georgescu, porque en su tiempo no podía tener una visión ecológica causada por la globalización capitalista. No obstante, creemos que la crítica que el marxismo humanista hace del modo de producción capitalista sigue siendo válida y completa el concepto de Decrecimiento de Nicolás Georgescu.

Efectivamente, no habrá que reducir únicamente la producción y el consumo, sino el modo de producción capitalista, que influye en cómo se distribuye y consume. Si la producción, aunque decrecida, sigue siendo capitalista; si las relaciones sociales de producción están en manos de los que detentan el capital, que someten a su dominio a los que únicamente viven de la fuerza de trabajo, sea muscular o intelectual. Si sólo existe el valor de cambio y todo es mercancía, si el motor del proceso productivo es la ganancia, garantizada mediante la productividad y la competencia, este proceso seguirá siendo injusto, por muy decrecido que intentemos que sea. Creemos que el cambio del modo de producción capitalista, augurado por el marxismo humanista no soviético, completa la tesis del flujo entrópico expuesto de N.Georgescu.

Como conclusión, pues, deberíamos intentar caminar hacia un eco-socialismo. Un Decrecimiento tal como hemos expuesto, pero al mismo tiempo, con otro modo de producción, es decir socialista no capitalista.

Antonio Moreno de la Fuente
Teresa Bravo Gómez
CCP de Sevilla, 16 de noviembre 2009

Religión y política en España.

Foro Social temático: Espiritualidades y Éticas para un mundo mejor posible-Sevilla, octubre 2009.
Antonio Moreno de la Fuente y Juan Mª Jiménez López

Comunidades Cristianas Populares de Andalucía

Desarrollo del taller 107 del Foro Social temático español 2009
1.- HECHOS. Partimos de los hechos siguientes:
Europa cada día es menos cristiana y España cada vez menos católica (1). Y tanto en Europa como en España la falta de credibilidad y descrédito de la jerarquía católica va en aumento (2). Pero no menos desprestigiadas están también las instituciones políticas, por sus fracasos y por su corrupción (3).

* Entre las muchas causas que están en el origen del desprestigio y falta de credibilidad de las instituciones eclesiásticas y políticas en España, se encuentra la confusión y la falta de separación entre la Iglesia católica institucional y el Estado español. En España hay situaciones en que parece que se confunde a la Iglesia católica con el Estado. Por ejemplo, que el Estado siga pagando los sueldos de obispos y sacerdotes o que tengan un tratamiento fiscal más favorable las confesiones religiosas que las ONG. Que en los centros públicos se enseñe la Religión católica y la actividad docente esté presidida por un crucifijo. Que el cuerpo de Policía, la Guardia Civil y la Legión participen en las procesiones de Semana Santa, que el Ejército presente armas al Santísimo. Todo esto no parece muy conforme con la a-confesionalidad o laicidad de un Estado..

Sin embargo, a ojos del Vaticano, España es la vanguardia del laicismo descristianizador, por la legalización de los matrimonio entre homosexuales, la venta sin receta de la píldora poscoital, el nuevo proyecto de aborto libre, la asignatura de Educación para la ciudadanía, la nueva ley de libertad religiosa y un largo etc. Por ello envía a un nuevo nuncio que “viene del frío curial”, porque el anterior era más tolerante. (http://www.elpais.com/articulo/sociedad/nuncio/viene/frio/frenar/efecto/Zapatero/elpepisoc/20090906elpepisoc_6/Tes ) .

¿En qué quedamos? ¿Es España un Estado laicista según el Vaticano o más bien un Estado con ribetes nacionalcatólicos? No cabe duda de que el antiguo problema de la separación de Iglesia católica y Estado sigue estando en el candelero de la opinión pública. Por ello es interesante discutirlo y agradecemos al Foro Social la oportunidad que nos ofrece hoy. Lo hacemos, encuadrándolo en el marco más amplio de ver cuál es el lugar y función de las Religiones, particularmente la católica, dentro de la sociedad plural y laica española y viceversa.

2.- REFLEXIÓN

2.1. La modernidad nos ha hecho experimentar que un Estado democrático es un Estado laico. Es decir, que el Estado no interviene en determinar el sentido último o absoluto de la realidad y de la vida, por lo que no debe estar vinculado a una determinada religión o cosmovisión. Estas cuestiones quedan reservadas al individuo. La función del Estado moderno y democrático es “ordenar la ciudad”, es decir, la vida del pueblo frente a sus necesidades y dificultades materiales. Ordenar la ciudad, la polis, es lo que originariamente entendemos por Política, con mayúscula, distinto de lo que hacen luego los “políticos”, de su praxis y de los programas de sus partidos. Pues bien, frente al punto de vista de las cosmovisiones o religiones de sus ciudadanos, frente al sentido último o absoluto de la realidad, la Política del Estado moderno-democrático es pluralista y neutral.

Su función no es determinar la verdad o falsedad de esas cosmovisiones, sino determinar y regular la convivencia entre sus ciudadanos que tienen diversas orientaciones religiosas. Este es el primer sentido de un Estado laico, el ser neutral frente a las cosmovisiones y religiones de sus ciudadanos. Por ello, el Estado laico requiere una sociedad plural. Y este es el sentido de la “laicidad positiva”, tal como la entiende nuestro Tribunal Constitucional, en una sentencia del 15 de febrero del 2001 (citada por Dionisio Llamazares, 5), que comprende estas tres notas: 1) Neutralidad religiosa, 2) Separación entre Estado e Iglesias o confesiones religiosas, de manera que no haya confusión ni de sujetos, ni de actividades ni de fines y, finalmente: 3) Cooperación estatal con las confesiones, siempre “que sea necesaria para que la igualdad y la libertad religiosa sean reales y efectivas”.

Cooperación estatal con las religiones que creemos positiva, porque la política trata de ordenar la ciudad, pero no da sentido a la vida. Es la espiritualidad y las religiones quienes lo dan, como veremos. Colaboración que no impide que el Estado discierna y regule, bajo el criterio de los derechos humanos, a la espiritualidad, a las religiones y a las sectas. En esto se distingue un Estado laico del laicista. Éste desconfía y hasta se opone a las Religiones y, por supuesto, evita colaborar con ellas.

2.2. La función y lugar de las Religiones o de la Espiritualidad en la sociedad es ser camino y señal de la realidad absoluta que nos trasciende. La espiritualidad y la religión es una de las fuentes principales que aportan sentido a la persona y a la sociedad y, por ello, producen identidad y pertenencia. También lo ofrecen la raza, la nacionalidad y la cultura, teniendo todas el peligro del fundamentalismo.

La política no produce sentido o lo produce poco, la espiritualidad y la religión, en cambio, señalan fines y orientaciones, aportan valores, demandan caminar hacia nuevas posibilidades humanas y utopías. “contribuyen a vertebrar y cohesionar la sociedad y responder a las preguntas básicas sobre la existencia, formuladas por los individuos de hoy” (López Camps, 126). La espiritualidad y la religión tienen, por ello, una función eminente en la sociedad y no sólo en el ámbito privado e individual, sino que al ser una experiencia comunitaria adquieren también una dimensión pública en la sociedad. De aquí surgen las relaciones, el diálogo y los roces también entre Política y Religión.

2.3. Si lo humano es más básico y primero que lo religioso, la sociedad política es más amplia que las creencias religiosas. El Estado laico es quien define el espacio político y público de las religiones. Por ello las religiones dejan de disputarle al Estado ese poder de decisión, no pueden jugar el rol de ser contrapoder político. Las religiones no operan en el plano del poder, no deberían ser poder político, ni materializarse en Estados Vaticanos, con ministros, embajadores o nuncios. Tampoco pueden pretender ordenar toda la vida social según sus preceptos, leyes, ritos, costumbres, “sharias y hadices”, porque hemos aceptado que hay diversidad de cosmovisiones y religiones, dignas todas de respeto.

En esa tentación es en la que cayó la sociedad medieval europea, la Cristiandad de Inocencio III y sobre todo de Bonifacio VIII y el nacionalcatolicismo español de tiempos de la Dictadura franquista. Tentación en que suele caer también con frecuencia la Conferencia episcopal española, en su oposición a las cuestiones bioéticas legisladas por el gobierno español: aborto, células madre, matrimonio homosexual etc. También caen en esa tentación el integrismo islámico y la ultraortodoxia judía. Si partimos, pues, de que el Estado no puede estar vinculado a una determinada religión, esta claro que una sola Religión no puede determinar todo el ámbito social y político de la sociedad, aunque todos crean y practiquen la misma religión, porque habrá ciudadanos que tengan otra cosmovisión, espiritualidad o religión, lo que fundamenta el principio de libertad religiosa.

Ahora bien, el Estado tampoco puede erigirse en poseedor del sentido último de la existencia, tentación a la que no escapan los estados totalitarios, cuando prefieren la seguridad a la libertad, el control policial frente a la tolerancia, el individualismo consumista del mercado frente a la comunidad cooperativa y el imperialismo con legitimación religiosa. El Estado enarbola con frecuencia absolutos que son verdaderos ídolos, de lo que las Religiones saben mucho y deberían ser vigilantes o profetas críticos frente a esos ídolos, transformándolas en defensoras de una sana laicidad. “La religión puede aportar motivaciones y correctivos a una democracia sometida a la erosión de un individualismo feroz y a un consumismo desmoralizador” ( Mardones, 39). De estos principios podemos extraer diversas aplicaciones prácticas en España.

3.- APLICACIONES PRÁCTICAS

3.1. Según el párrafo 3 del art. 16 de nuestra Constitución, que dice: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal” (4), el Estado español no es confesional. Ahora bien, esta “a-confesionalidad” la podemos y debemos interpretar no sólo en sentido negativo, sino también en el sentido de laicidad positiva, como lo interpreta el Tribunal Consltitucional: España es un Estado laico, separado de las religiones, es decir, sin confusión entre ellos ni de sujetos, ni de actividades ni de fines, pero con cooperación del Estado con las confesiones religiosas. Esta cooperación, como dijimos arriba, puede llegar hasta el plano económico, financiando equitativamente alguna de sus actividades, como actualmente ocurre con las ONGs. No es, por esto, un Estado laicista.

3.2. Sin embargo, España no cumple todas las notas de la laicidad positiva del TC. Es un Estado no neutral, porque, según el mismo párrafo 3 del art. 16 de la Constitución, favorece preferentemente a la Iglesia católica: “Los poderes públicos –dice- tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones”. Esta mención explícita de la Iglesia católica se debe a la presión de los obispos y la debilidad de la izquierda en el tiempo de la redacción de la Constitución (1978), cuyo párrafo sería votado a favor también por el mismo PCE (Tamayo, 50). Está claro que sobra esta cláusula, y que bastaría con decir que los poderes públicos “mantendrán relaciones de cooperación con las confesiones religiosas”.

3.3. Pero, sobre todo, no es neutral en virtud de los cinco Acuerdos firmados entre el Estado español y la Santa Sede. El primero el 28 de julio de 1976, por el que el Rey renunció al privilegio de presentación de los obispos, aunque no del Vicario General Castrense y la Iglesia española al privilegio del Fuero, ambos contenidos en el Concordato de 1953. Los cuatro restantes los firmaron Marcelino Oreja, de la UCD y el Cardenal Villot, Secretario de Estado del Vaticano (siendo Papa Juan Pablo II), el 3 de Enero de 1979. En opinión de muchos autores estos Acuerdos son preconstitucionales. El primero lo es claramente –la CE se refrenda el 6/12/78- y los cuatro restantes por su contenido. Se negociaron por el gobierno provisional de la UCD, al margen de las discusiones de las Cortes constituyentes, con el Estado Vaticano, alejado ya del espíritu del Vaticano II.

Y se firman unos días más tarde de la promulgación de la CE (28/12/78), siendo ratificados por unas nuevas Cortes, tras las elecciones generales del 01/03/1979, en diciembre del mismo año. (Tamayo 52 ss y Llamazares, 6 ss). Mediante estos Acuerdos la Iglesia católica quiere seguir con privilegios y ventajas, no sólo frente a otras confesiones religiosas, con quienes se firman otros Acuerdos en 1992 (Tamayo 61), sino sobre todo dentro de la sociedad civil, retrotrayéndonos a los tiempos medievales de la Cristiandad.

3.4. Los cuatro acuerdos que mantienen la situación de privilegio de la Iglesia católica son:

3.4.1.- Sobre Asuntos jurídicos, mediante el cual se reconoce la personalidad jurídica civil de las entidades eclesiásticas y la validez civil del matrimonio canónico, con su inscripción en el registro civil, así como el reconocimiento de efectos civiles de las sentencias canónicas de nulidad y disolución del matrimonio. Está claro que el matrimonio canónico es un privilegio de la Iglesia católica, al gozar del mismo rango que el civil. Lo propio sería que los contrayentes pasen primero por el Registro civil y después hagan las ceremonias que deseen, como lo deben hacer los fieles de otras confesiones (Tamayo 54 y Llamazares 18).

3.4.2. Sobre Asuntos militares, como la provisión del Arzobispo Vicario General Castrense. Este es elegido de entre una terna presentada por el Gobierno español, del mismo modo que eran elegidos los obispos en tiempos de la dictadura, lo que muestra su anacronismo. En este acuerdo se establecen también los Capellanes militares para los católicos en el Ejército, a los que se asemejan los ministros de otras confesiones, según los acuerdos del 92 .

3.4.3. Sobre Asuntos económicos. Este acuerdo trata de la financiación o de la obtención de ingresos para el mantenimiento de la institución de la Iglesia, es decir, el mantenimiento del culto y clero, como se decía antes, no de la Iglesia como comunidad de fieles, La financiación proviene de tres capítulos. Primero de las colectas y limosnas de sus fieles, segundo de la colaboración económica del Estado, a través de la dotación económica y la asignación presupuestaria y, finalmente, de las exenciones fiscales.

El Acuerdo tenía un carácter transitorio, es decir, mientras la Iglesia no lograse su autofinanciación, pero al día de hoy, tras 30 años de vigencia, esta autofinanciación no sólo no se ha logrado, sino que el gobierno del PSOE la ha mejorado. Por el acuerdo suscrito el año 2007 entre la Conferencia Episcopal y el Estado español, desaparece la dotación económica fija y la exención del IVA, pero se eleva la asignación presupuestaria de la casilla del IRPF del 0´5 al 0´7 %. Según la CEE http://www.conferenciaepiscopal.es/actividades/2009/febrero_13.html), la jerarquía de la Iglesia católica recibió, en el ejercicio del 2007, 243 millones de €. Pero, si a ello se suma el pago de los docentes de Religión, de los capellanes militares, las ayudas al patrimonio histórico y artístico y otros conceptos, la Iglesia católica recibe del Estado español unos 5.000 millones de € al año (http://www.elpais.com/articulo/sociedad/obispos/blindan/ingresos/elpepisoc/20070107elpepisoc_3/Tes ), lo que es otra prueba de discriminación a favor de ella.

3.4.4. Sobre Enseñanza y Asuntos culturales. Seguramente este Acuerdo es el más polémico por ser elmenos conforme con una sociedad y Estado laicos y el de mayor privilegio de la IgC. Según él, los obispos intervienen en los niveles y grados de la vida académica, mediante la enseñanza de la religión impartida por los profesores de Religión. Los obispos aprueban los textos de esa asignatura, eligen a los profesores y los cesan a discreción, pero los paga el Estado. Los obispos invocan como base de este Acuerdo el art 27,3 de la CE: “Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”.

Pero ello es claramente un argumento basado en la mayoría católica de España y que no distingue entre formación religiosa y catequesis. En los centros docentes puede darse una formación cívica y formación religiosa, entendida como una enseñanza de las ideas y prácticas religiosas, del hecho religioso en suma, que, como hemos dicho, es un valor cultural para el ciudadano. Pero no una catequesis católica, judía o musulmana. Esta debe darse en sus respectivos centros religiosos. Pero ya sabemos la opinión de la CEE y sectores integristas católicos a quitar la asignatura de Religión católica en las escuelas y su férrea oposición a la asignatura de Formación para la ciudadanía. Nosotros abogamos por el mantenimiento de esta asignatura, por ser un derecho del Estado de comunicar valores cívicos y comportamientos éticos a los ciudadanos, la eliminación de las asignaturas de Religión y sus profesores, tanto católicos como de cualquier otra Religión.

Como CONCLUSION general, las CCP de Andalucía y Sevilla en particular, nos pronunciamos: 1º.- Por la abolición de estos Acuerdos, que quieren perpetuar el Concordato franquista. No unimos con ello a otras Plataformas que también lo demandan (Plataforma ciudadana para una sociedad laica, Asociación laica para la opinión en la Iglesia, Abolición del Concordato, Redes cristianas etc.).

2ª.- Que desaparezca la mención explícita de la Iglesia católica en el párrafo 3 del art. 16, de nuestra Constitución.

3º.- Que las relaciones del Estado con las Religiones, confesiones, sectas, espiritualidades etc., se rijan por las leyes ordinarias del Estado español: la Constitución y una nueva Ley de Libertad
Religiosa, que recoja las orientaciones aquí expresadas.

4º.- De este modo, en nuestra sociedad española plural y laica, la Iglesia, pueblo de Dios y no sólo la Iglesia jerárquica, junto con las otras religiones, podremos colaborar en paz y justicia por “otro mundo mejor posible”.

NOTAS

1) Según el Barómetro del CIS, de diciembre pasado (2008) el 78% de los españoles encuestados se declara católico, pero el 55 % de ellos casi nunca asiste a misa u otros oficios religiosos (http://www.cis.es/cis/opencms/-Archivos/Marginales/2780_2799/2781/e278100.html
2) Basta recordar la reacción ante las declaraciones de Benedicto XVI sobre el Islam y sobre el uso del preservativo para atajar el Sida en África, objeto de una propuesta de IU en el Congreso para reprobar al Papa por estas declaraciones
(http://www.elpais.com/articulo/sociedad/obispos/abroncan/Congreso/votar/reprobacion/Papa/elpepusoc/20090924elpepusoc_11/Tes?print=1 ). Y la campaña de la CEE afirmando que en España se protege más al lince ibérico que al niño que va a nacer ( http://www.conferenciaepiscopal.es/ceas/familia/vida.htm ).

3) La crisis financiera nos ha empobrecido a todos, pero sobre todo a los países menos desarrollados. Mil millones de personas (uno de cada seis habitantes del planeta) están condenadas al hambre. 3.000 millones de personas (la mitad de los vivimos) no disponen de agua potable, mientras los países del G-20 llevan destinados cerca de 18 billones de $ para socorrer a sus instituciones financieras (http://www.elpais.com/articulo/economia/cara/fea/cumbre/elpepieco/20090920elpepieco_2/Tes ). En España son cerca de 4.200.000 personas las que están en paro y cerca de 1 millón los que ya han agotado su subsidio de desempleo y muchas familias son ya insolventes y están pasando hambre. El gobierno sólo ofrece 420 € mensuales para los que agotaron su subsidio, en cambio ha prestado ayudas y subvenciones a los bancos por valor de 30.000 millones. Si a esto añadimos la corrupción en Marbella, Baleares, Gürtel etc., el panorama está claro.

4) El Artículo 16 de nuestra Constitución dice así:
“1. Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley.

2. Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias.
3. Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”

BIBLIOGRAFIA

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* IDEM. Islam, Cultura, religión y política. Madrid: Trotta, 2009.

El retorno de Carlos Marx

El retorno de Carlos Marx
Antonio Moreno de la Fuente

Comunidades Cristianas Populares

La Sexta-Noticias difundió el 30 de octubre del 2008 esta noticia singular: “El arzobispo (católico) de Munich y Freising, Reinhard Marx, se ha convertido en el representante de Karl Marx dentro del mundo católico tras escribir un libro titulado El Capital, en el que carga con dureza contra el capitalismo salvaje, al que culpa de todos los males de este mundo”. El País, por su parte, publicó, el domingo 3 de noviembre, un artículo de opinión de Ángel Rupérez con el título: “El retorno de Marx” y el pasado 13 de diciembre, Reyes Mate, nos repite de nuevo en El Periódico, que Marx vuelve a estar de moda, como lo está últimamente en Alemania, en donde las obras de Marx se agotan en las librerías. ¿Qué ha pasado para que Marx cobre de nuevo actualidad?

Ante la crisis que sufrimos, todo el mundo se hace preguntas y busca respuestas ¿Cómo pudieron causar las hipotecas basura una crisis financiera mundial de tales dimensiones? ¿Cómo es posible que grandes bancos, aseguradoras y financieras hayan podido desplomarse como un castillo de naipes? Nadie tiene una respuesta convincente dentro del capitalismo, por ello se recurre a Marx que fue quien desentrañó la perversidad de los mecanismos internos del capitalismo y el primero en anunciar su fin tras una de sus numerosas y continuas crisis. Es verosímil que ese fin no esté aún a la vuelta de la esquina, pero sí es posible que el fracaso del sistema capitalista financiero, según lo han reconocido el presidente francés Sarkozy y el premio Nóbel de Economía Joseph Stitglitz, sea el principio de ese fin.

1.- El dios del beneficio

El meollo del sistema capitalista es la búsqueda de un beneficio continuo. En el mercado capitalista –dice Marx- las mercancías no tienen sólo el valor de uso por el que, mediante su intercambio, se satisfacen las necesidades humanas, sino que buscan, sobre todo, el valor de cambio que incluya siempre un aumento de valor, plusvalía o beneficio, convirtiéndose entonces en capital y a su poseedor en capitalista. Para él, es éste el principio voraz del sistema capitalista que le incita de continuo a cualquier forma de abuso, con tal de hacer valer el aspecto esencial del beneficio por encima de todo. “La fórmula general del capital, tal como se manifiesta en la circulación es, comprar para vender más caro” (El Capital, l. 1). Bellamente nos lo dice Beltolt Brecht en su “Manifiesto comunista en verso”:

“No está destinada la casa a ser habitada,
Ni el paño a vestir, ni el pan está destinado sólo a ser comido:
Debe aportar ganancias….
Deben realizar más en la mesa de trabajo
Que sólo alimentar, vestir y alojar al hombre y a los suyos,
Si es que ha de haber beneficios…
Y entonces lana y trigo, café y frutas y pescados y cerdos
¡todo ello sacrificado en el fuego, para ablandar al dios del beneficio!

La codicia de la rentabilidad, del beneficio, expresado en dinero, es el ídolo absoluto de los capitalistas de ayer y de hoy. Lo hemos visto en el último escándalo financiero de Wall Street. Bernad L.Madoff, al igual que el banco de inversión Lehman Brothers, ofrecía a los inversores financieros beneficios del 12% anual, que sextuplicaban las ganancias de la Bolsa. Esta codicia y ansia de beneficios, altos y rápidos, cegó y trastocó la sensatez no sólo de los inversores privados sino también de respetables (¡!) bancos mundiales, del BNP Paris, del HBSC y Fortis y, en España, de los todopoderosos Santander, BBVA, Caja Madrid, La Caixa y de la empresaria Alicia Koplowitz (Publico, 21 de diciembre 2008).

Pero ¿de dónde procede este beneficio o ganancia capitalista? Y ¿por qué la condena Marx?

2.- El trabajo, mercancía escasa y depreciada hoy

La TVE nos mostró, los últimos días del pasado año, las imágenes de numerosos grupos de inmigrantes vagando, sin techo ni comida, por Jaén y Córdoba buscando trabajo en la recogida de la aceituna. Se podría decir que ninguna imagen mejor que ésta nos recuerda “el ejército de reserva de los capitalistas” de que hablaba Marx. Pero lo que esta imagen nos muestra, no es tanto el penoso deambular de los trabajadores/as buscando trabajo, sino la misma esencia del capitalismo: el que unos pocos poseen todos los medios de producción/financiación y otros muchos sólo su fuerza de trabajo que deben vender para subsistir. Sin embargo, en nuestra sociedad, poco importa esta condición de mercancía del trabajo que el empresario compra. Por cualquier precio se venderían los inmigrantes con tal de que les diesen un puesto de trabajo en la aceituna. Lo perverso del sistema aparece en que no tiene trabajo para ellos, porque con anterioridad, los tajos han sido ya ocupados por otros trabajadores, los de la construcción, que ante el derrumbe de la misma, no han tenido más remedio que volver a trabajos que anteriormente no querían. En nuestra sociedad el trabajo, en general, es un bien tan escaso, que cada vez cuesta más tenerlo. Y la línea divisoria está no sólo entre los que tienen trabajo o están parados, sino también entre los que gozan de un contrato fijo o sólo eventual y precario. El trabajo se ha precarizado hoy tanto que sólo se utiliza para el momento que se necesita: unos meses, unas semanas, los lunes o unas horas al día. Trabajadores justo a tiempo (just in time workers, que dicen los ingleses). En España, en 2007, más del 45 % de los trabajadores entre los 25 y 30 años tienen un contrato temporal, el doble que la media europea. El trabajo como una mercancía que denunciaba Marx en su tiempo vale cada vez menos, se de-precia y des-precia hoy cada vez más. ¿Por qué? Lo describe Carlos Fuentes en su novela Todas las familias felices: El patrón, Leonardo Barroso, decía: “Mira, Abel. Aquí no hay trabajadores imprescindibles. Con las tecnologías modernas la producción crece y el trabajador decrece”. Se calcula que, en España a principios del año 2009, se llegará a 3 millones de parados, al 13 % de los ocupados.

3.- La tasa de explotación y la tasa de ganancia

Los trabajadores que tienen la suerte de ocupar un puesto de trabajo, se verán más explotados todavía en el mismo trabajo. El miedo a perderlo les hará pasar por no cobrar todo el salario pactado o cobrarlo con retraso, a soportar la prolongación de la jornada y trabajar más horas sin cobrarlas, o a trabajar a un ritmo más intenso por los controles de tiempo o el aumento del rendimiento por la incorporación de maquinaria más perfecta etc. Pues bien, esa explotación del trabajador/a en el puesto de trabajo Marx ya la analizó, describiéndola como plusvalía o tasa de explotación. La plusvalía es el tiempo de trabajo suplementario que el obrero realiza para reproducir su fuerza de trabajo o ganar su salario. Plusvalía absoluta llama Marx a la que el empresario obtiene aumentando la jornada de trabajo o su ritmo y relativa, cuando introduce nueva maquinaria, o elimina los tiempos muertos o movimientos superfluos, mejorando el alumbrado etc. Mediante esas medidas el trabajador produce más con el mismo desgaste de energía. Esta plusvalía es la característica propia de la explotación capitalista. Y ella es la fuente de la ganancia o beneficio del empresario capitalista, no la el intercambio o venta de las mercancías a un precio mayor.

Marx descubre, además, otra fuente de ganancia y beneficio capitalista, que denomina tasa de ganancia. Esta proviene de la inversión de la plusvalía y de la parte de los salarios detraídos o no pagados en la modernización constante de la maquinaria y en tecnología. Con ello aumenta su capital fijo y, por tanto, la productividad de sus trabajadores, fabricando más productos a menor precio. Cuando el Presidente de la CEOE, Gerardo Díaz, dice que hay que aumentar la productividad, a eso se refiere, a aumentar la tasa de ganancia. La búsqueda del incremento de esta tasa de ganancia a costa del trabajador/a es el motor de todas las empresas y de toda la economía capitalista. Toda empresa se ve empujada por la competencia de los otros empresarios a obtener mayores beneficios o mayor tasa de ganancia, invirtiendo en maquinaria y tecnología o capital fijo. Por ello la producción crecerá y el trabajador/a decrecerá, como decía el patrón Leonardo Barroso.

4.- El talón de Aquiles de de la economía capitalista

Marx demuestra que ahí precisamente radica el talón de Aquiles de la economía capitalista. Porque si el aumento de la tasa de ganancia se basa en el crecimiento del capital fijo (gastos en maquinaria, organización, energía, edificios) y la consiguiente sustitución del trabajador, que crea la plusvalía, por las máquinas, esto irremediablemente provocará la caída de la tasa de ganancia, ya que ésta se compone del capital constante, más la plusvalía y los salarios. Este capitalista se quedará detrás de la competencia, porque aunque prescinde de los costes salariales, se priva también de la plusvalía y aumenta sus costes de producción en maquinaria y tecnología, por lo que ganará menos, hasta llegar un día en que no ganará nada, viéndose obligado a despedir a los trabajadores o cerrar su empresa. La competencia, la tasa de ganancia y los despidos van juntos.

Esto es lo que está ocurriendo en la crisis presente. Los casos claros del cierre de Holcim en Torredonjimeno o Cerámica Bellavista en Sevilla; las ERE de Nissan, Opel, Renault, Spanair, Frigo, UPS en Vallecas etc., etc., no significan otra cosa. Ven reducida la tasa de ganancia a menos de lo esperado y la quieren aumentar allí donde la mano de obra es más barata, es decir, se van a países donde la tasa de explotación del trabajador y la tasa de ganancia es más alta y más fácil, bien sea porque la jornada de trabajo es mayor o más intensa o porque pagan salarios inferiores etc. No les importa el empobrecimiento de las/os trabajadoras/es y del pueblo, el crecimiento del paro, el hambre, las enfermedades, la desesperación etc., que es el único rastro que van dejando por donde pasan.

5.- Concentración del capital, aumento de los empobrecidos

Sin embargo, unas empresas caen y otras, triunfantes, van aumentando su capital. La crisis para ellas es su oportunidad de crecimiento. Así ha ocurrido en EEUU y Europa. Desaparecieron los grandes bancos de inversión: Lehman Brothers, Merril Lynch, la aseguradoras hipotecarias AIG, Fannie Mae y Freddie Mac, el financiero Bernard Madoff etc., han crecido, en cambio, el Bank of America y Citygroup. En Europa el banco belga Fortis es engullido por BNP Paribas, el Commerzerbank de Alemania es parcialmente nacionalizado. En España han caído las grandes empresas inmobiliarias: Acroc, Colonial, Metrovacesa, Martin-Fadesa, Habitat, y ganan las inmobiliarias de los bancos. Los Bancos Santander y BBVA está ya haciendo sus cálculos de compra. En definitiva, el número de empresas se reduce al concentrarse el capital en manos de un número menor de multinacionales. Los capitalistas se devoran unos a otros. China, India, Brasil, Arabia Saudí están esperando su oportunidad para tomar el relevo de EEUU, Europa y Japón. Al mismo tiempo, crece una masa cada vez más numerosa de proletarios, la clase media se reduce y pauperiza, va engrosando el número de parados, de hambrientos, de los expulsados por el sistema, “el ejército de obreros” que decía Bertolt Brecht

“El comerciante, campesino y artesano descienden al proletariado/, en parte porque su pequeña fortuna no basta para adquirir nuevas máquinas,/ o sea porque la devaluación devora sus pequeños ahorros,/
y en parte porque los nuevos modos de fabricación no requieren ya su habilidad/. Todos se ven expulsados así de la oficina, el taller y el granero/y se convierten en reclutas, en el ejército de obreros” (Manifiesto comunista en verso).

Por tanto, si el objetivo final de las multinacionales consiste en despedir a los trabajadores en masa para hacer el mismo trabajo con menos personas, si además se bajan los salarios y ese ejército de parados no consume porque no tiene poder de compra ¿a quién van a venderles los capitalistas sus mercancías? La crisis capitalista consiste fundamentalmente, decía Marx, en una crisis de sobreproducción, sobreacumulación o sobrecapacidad que siempre lleva consigo una crisis de consumo. “La sociedad posee demasiada civilización, demasiados recursos, demasiada industria, demasiado comercio”, pero “la situación del obrero moderno lejos de mejorar conforme progresa la industria, decae y empeora por debajo del nivel de su propia clase. El obrero se depaupera y el pauperismo se desarrolla en proporciones mucho mayores que la población y la riqueza…Lo que prueba la incapacidad de la burguesía para gobernar, porque es incapaz de garantizar a sus esclavos la existencia ni aún dentro de su esclavitud…Por lo que a la par que avanza, se cava su fosa y cría sus propios enterradores” (Manifiesto)”.

6.- Medidas marxistas para solucionar la crisis

¿Ofrece Marx, además del diagnóstico certero del capitalismo, soluciones concretas a la presente crisis económico-financiera? Tanto Marx como Engels propusieron medidas concretas al capitalismo de su tiempo, algunas de las cuales pueden aplicarse a nuestra crisis actual. Actualizándolas podemos proponer este grupo de medidas.

1ª. Estado frente a mercado. El sistema capitalista tiene una ingente capacidad productiva, pero desordenada y ciega que el mercado no puede regular. La crisis actual manifiesta que no existe “la mano invisible” de A.Smith que lo regule el mercado. Por ello, se hace necesaria una planificación democrática del mismo, mediante la intervención del Estado, porque, como vemos, el Estado no es el problema, como decía Reagan, si no la solución. Para corregir el vicio original del capitalismo, es decir, que unos posean todos los medios de producción y otros sólo sus brazos o fuerza de trabajo, Marx y Engels propusieron la abolición de esta propiedad privada de los medios de producción, en beneficio de una propiedad social de estos medios en manos del Estado. Sin embargo, mientras tanto se alcanza esa meta, se proponen estas medidas concretas:
a) Nacionalización del crédito total de la nación, tal como parcialmente se está llevando a cabo en EEUU, Inglaterra, Alemania, poniendo en práctica esta media marxista, tan contraria a los principios neoliberales capitalistas. Medida que se completa con la regulación de los mercados financieros privados, la imposición de la tasa Tobin para las transacciones financieras internacionales y la total Eliminación de todos los paraísos fiscales.
b) Nacionalización de los transportes y de la energía.
c) Una renta básica para los/as trabajadores/as. Hasta ahora lo que los Estados están haciendo es proteger a los bancos, nacionalizando las pérdidas. Es hora de mirar al pueblo. Si hay millones para inyectar liquidez, debe haberlo también para que todos/as tengan unas condiciones de vida digna. Por ello, se propone que los/as trabajadores/as que no lleguen a un límite de ingresos anuales (en España, por ej., los que están exentos de declarar el IRPF) reciban del Estado una renta básica anual que garantice esas condiciones. Según los autores se estima en unos 5.500 € anuales (Daniel Raventós). Renta básica que se recoge en algunos Estatutos de autonomía, como el andaluz, en su art. 23,2. Con esta gasto social, unido al aumento de los salarios, el consumo crecerá y con él la actividad empresarial.

2ª.- Intervención pública y ecológicamente sostenible de la economía. El hundimiento del sistema financiero, con la paralización del crédito por los bancos, a pesar de las enormes cantidades de liquidez inyectadas, demuestra que, en momentos de crisis, la iniciativa privada no funciona. Para disminuir el paro es necesario reactivar la economía y si la empresa privada no responde, será necesario que sea la inversión pública quien la dinamice, como está ocurriendo ya en EEUU y fue una de las medidas keynesianas propuestas para salir de la crisis de la II Guerra mundial. Esta inversión deberá será ecológicamente sostenible.
a) Inversión pública en infraestructuras, especialmente en tecnología del agua y energías renovables. Inversión que puede concretarse en planes de fomento de energías renovables, reduciendo la dependencia del petroleo. Planes de vehículos ecológicos, planes de rehabilitación energética de edificios con energías renovables, que reduzcan el consumo energético. Plan de transportes públicos frente al coche privado, del ferrocarril frente al camión, ferrocarril también de cercanías y no sólo el AVE, etc.
b) Inversión pública en enseñanza pública e investigación (I+D+i). Anulación de las subvenciones a la enseñanza privada. De este modo se preparará a nuevas generaciones para un trabajo de calidad y se aumentarán los puestos de trabajo en enseñanza.
c) Inversiones en sanidad y salud pública, potenciando la atención especializada y hospitalaria, disminuyendo las listas de espera.
d) Inversión en regulación financiera, en inspección de hacienda para eliminar el fraude fiscal, en inspección de trabajo para que las empresas cumplan con sus obligaciones contractuales y de seguridad, etc.

3ª.- Interés social de la economía por encima del beneficio privado. La mayor tasa de ganancia o beneficio es el fin de toda empresa capitalista. Marx propone dos medidas para que la tasa de ganancia no sea a expensas del trabajador/a. Primera, que por el salario se pague no sólo la fuerza de trabajo sino también todo el valor que crea el mismo trabajo y, en segundo lugar, que se elimine toda plusvalía (absoluta y relativa) o tasa de explotación del trabajador/a. Mientras se llega a ese ideal, proponemos:
a) La desaparición de toda la legislación laboral contraria a los intereses de los trabajadores/as: contratación temporal, en prácticas, a tiempo parcial etc. Se vuelva a los contratos colectivos con personal fijo, tras un período de prueba, de 8 horas y 35 semanales, con descanso de un mes natural, con pagas de horas extras y nocturnas.
b) Una subida del Sueldo mínimo interprofesional (SMIG) al doble de lo actual: 1250 €. Keynes decía que en época de deflación vale más mirar a las personas que a la masa monetaria, por ello ésta fue otra de sus medidas para salir de la crisis de la II Guerra mundial.
c) Mayores exigencias para los despidos colectivos. Que las ERE sólo la permita el Estado, como garante de la legalidad, en casos de pérdidas económicas, por lo que debe modificarse la redacción de los arts. 51,1 & 5, 51,5 y 6 y 52, apartado c).
d) Ampliación e incremento de la protección por desempleo, que el período de prestación cubra de uno a cuatro años, en vez de 3 meses a dos años. Y que se cobre el 100% durante el primer año y el 80% a partir del mismo.

4ª El derecho para todos a una vivienda digna.

No hay vivientes humanos sin vivienda, por ello nuestra Constitución dispone que: “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho” (art.47). Para hacer efectivo este derecho se propone:
a) Nacionalización del suelo urbano y adquisición de toda la reserva de suelo rústico urbanizable por la Administración Pública y del suelo urbano que incumpla las previsiones de los planes urbanísticos.
b) Tendencia a la expropiación de la propiedad inmueble. Que toda nueva construcción de viviendas sea una concesión estatal, por 99 años, en el suelo público.
c) Cese inmediato de la privatización del parque público de viviendas de todas las Administraciones Públicas (Estado, Comunidades Autónomas y Ayuntamientos).
d) Orientar toda la actividad de promoción de vivienda de las Administraciones Públicas hacia la vivienda en alquiler y dedicar todo el gasto público en vivienda a dicho fin.
e) Vivienda abandonada, vivienda ocupada. Despenalización por el Parlamento de la nación de la ocupación pacífica de viviendas deshabitadas (apartado 2 del artículo 245 del Código Penal).
f) Expropiación de la facultad de uso, por tiempo de cinco años prorrogables, de las viviendas de propiedad privada que permanezcan desocupadas de manera habitual durante un año, para cederlas en arrendamiento con rentas equivalentes al 4% anual de su valor fiscal (2’5 veces su valor catastral) nunca superior al 20% de los ingresos del inquilino.
g) Moratoria en el pago de las hipotecas cuando se produzca una situación legal de desempleo (o cierre del negocio por pérdidas en el caso de autónomos con cargas familiares) de algunos de los miembros de la unidad familiar, de suerte que la cuota hipotecaria a pagar no absorba más del 20 % de los ingresos familiares y mientras no varíe la situación familiar. Cuando ocurra, la parte impagada, se satisfacerá sin que nunca sobrepase el 20% de los ingresos de la unidad familiar.
h) Aprobación de una reforma de la Ley de Arrendamientos urbanos, que reinstaure el sistema de prórroga forzosa anual de los contratos de arrendamiento de vivienda, a instancia del inquilino/a, tradicional en el derecho arrendaticio español, junto al derecho de subrogación de la pareja y de los hijos menores de treinta años.
i) Mientras se aprueba esta reforma, las Administraciones públicas comprarán las viviendas, cuyos inquilinos sean amenazados de desahucio a instancias del arrendador, bien por imposibilidad probada del pago del arrendamiento o por finalización del mismo contrato, para volvérselas a arrendar a esos inquilinos.

En conclusión, la crisis financiera actual está sirviendo de viento fresco que limpiará el polvo acumulado sobre la figura de Marx y gracias a ella podremos volver a descubrir el alcance de su pensamiento, que nos señala la perversidad interna del capitalismo y , al mismo tiempo, el camino para superarlo.

Antonio Moreno de la Fuente
CCP de Sevilla. Enero 2009

Fuente: Redes cristianas: http://www.redescristianas.net/2009/01/16/el-retorno-de-carlos-marxantonio-moreno-de-la-fuente/